Elvira Murcia, enferma de osteogénesis imperfecta (vulgarmente conocida como enfermedad de los huesos de cristal), lleva desde el viernes encadenada al Palau de la Generalitat Valenciana para reclamar a Alberto Fabra que pague de una vez y puntualmente las ayudas a los dependientes.

Le deben los 286 euros que tiene reconocidos por ley de septiembre, octubre y noviembre: 858 en total. A sus 40 años vive con su madre, que ejerce de cuidadora, y la ayuda apenas cubre los costes de la enfermedad, degenerativa y genética, para la que no hay tratamiento.

Elvira pasa la vida en silla de ruedas, por lo que ha tenido que adaptar su casa; pierde audición –cada audí­fono le cuesta 2.500 euros– y sufre problemas bucales –por arreglarse los dientes debe abonar otros 12.000 euros. Según la Plataforma Valenciana en Defensa de la Dependencia, los retrasos en la comunidad afectan a cerca de 24.000 dependientes.

Este lunes, Elvira cumplirá 41 años, y probablemente lo hará apostada en la sede del Gobierno autonómico. Determinación no le falta: “Voy a soplar las velas con todos vosotros”, dice. “He pasado la noche con muchí­simo frí­o, tapada hasta la cabeza con mantas, porque anoche hizo más viento que anteayer”, explica Murcia, para después dar las gracias “a los comerciantes del barrio y a la ciudadaní­a”, que le han ofrecido “mucha más colaboración que la Generalitat”.