Los investigadores descubren nuevas ví­as…

En la imagen, un dermatólogo en su consulta.Una investigación, liderada por el Consejo Superior de Investigaciones Cientí­ficas (CSIC), ha encontrado el conjunto de microorganismos que habitan en heces de pacientes con lupus eritematoso sistémico, lo que puede abrir las ví­as para nuevos tratamientos para esta enfermedad, que afecta a entre 40.000 y 50.000 personas en España, según la Federación Española de Lupus.

“A través de técnicas de secuenciación masiva y análisis bioinformáticos, los investigadores hemos comprobado que existen diferencias significativas entre las poblaciones microbianas en individuos sanos y en personas con lupus”, ha dicho el investigador del CSIC Abelardo Margolles, del Instituto de Productos Lácteos de Asturias. En concreto, el estudio, publicado en mBio, y coordinado por investigadores del Instituto de Productos Lácteos de Asturias, han participado también las Universidades de Oviedo y de Parma (Italia), refleja un desequilibrio en la ratio de los dos grupos de microorganismos más abundantes en el intestino humano: los bacteroidetes y los firmicutes.

 

De este modo, en los pacientes con lupus se ha detectado que son más abundantes los bacteroidetes. Estos resultados son similares a los obtenidos en investigaciones de patologí­as como diabetes tipo 2 y algunas enfermedades inflamatorias intestinales. “La importancia del estudio radica en que nuestros resultados abren nuevas ví­as para intentar actuar sobre la sintomatologí­a del lupus”, ha dicho este experto, quien ha vaticinado que “se puede facilitar el aumento de la población de bacterias poco abundantes en los enfermos de lupus y, quizá, modificar la respuesta inmune de los pacientes”.

El lupus es una enfermedad autoinmune crónica en la que intervienen factores genéticos, hormonales y ambientales, y que suele darse en mujeres en edad fértil. De hecho, nueve de cada diez afectados son mujeres. En general, puede afectar a numerosos órganos y tejidos, presentando además gran variedad de sí­ntomas clí­nicos, como manifestaciones cutáneas, articulares y renales. En la actualidad, los tratamientos existentes se centran en el control de los sí­ntomas y de la respuesta inmune de los pacientes.