Convierten células de cáncer de…

Las células de cáncer de páncreas pueden ser conducidas al ‘buen camino’ para que vuelvan a ser normales. La clave estarí­a en la introducción de una proteí­na llamada E47 que se une a secuencias especí­ficas de ADN y controla los genes implicados en el crecimiento y la diferenciación celular. La investigación, que se publica en «Pancreas», ofrece un nuevo enfoque de tratamiento para las personas con esta patologí­a.

«Hemos demostrado por vez primera que la sobreexpresión de un gen único puede reducir el potencial tumoral de células de adenocarcinoma de páncreas y reprogramarlas para que se conviertan en células normales», señala Pamela Itkin-Ansari, de la Universidad de Sanford-Burnham (EE.UU.). Así­, añade, de alguna manera las células de cáncer de páncreas conservan una «memoria genética» que esperamos explotar.

El adenocarcinoma de páncreas es la forma más común de cáncer de páncreas. La enfermedad a menudo se llama un cáncer ‘silencioso’ porque rara vez muestra los primeros sí­ntomas; por eso se suele diagnosticar en etapas avanzadas cuando provoca pérdida de peso, dolor abdominal e ictericia
Reprogramar las células

El estudio, fruto de la colaboración entre Sanford-Burnham, la UC de San Diego y la Universidad de Purdue, ha trabajado con lí­neas celulares de adenocarcinoma ductal de páncreas humanos en las que se han hiperexpresado los niveles normales de E47. Los estudios in vivo demostraron que cuando las células cancerosas reprogramadas se introdujeron en ratones, su capacidad para formar tumores se reducí­a notablemente.

«El adenocarcinoma de páncreas se trata con agentes citotóxicos, sin embargo, la supervivencia media de los pacientes después del diagnóstico es muy corta, apenas seis meses, y la mejora en las terapias se mide en dí­as», reconoce Andrew Lowy, de la Universidad de California San Diego. «El hallazgo es alentador. De hecho, existe un precedente para la terapia de diferenciación celular en que el enfoque se ha usado para tratar la leucemia promielocí­tica aguda y algunos neuroblastomas con éxito».

El siguiente paso, explican, es probar si funciona en tejido humano, «lo que podrí­a proporcionar un nuevo enfoque terapéutico para combatir esta enfermedad», señala Itkin-Ansari.