Aumentan un 35% los casos…

La falta de inversión en el abordaje de las enfermedades ha propiciado que, aunque la prevalencia de la esquizofrenia en España es la misma que hace 20 años, en dicho perí­odo el porcentaje de discapacidad que se asocia a los afectados de esta dolencia ha aumentado un 35%.

Así­ lo ha asegurado el director cientí­fico del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM), Celso Arango, durante su participación en el II Encuentro ‘Meet the Expert’ organizado recientemente por las farmacéuticas Otsuka y Lundbeck en Madrid. Arango ha destacado la importancia social de las enfermedades mentales graves, como la esquizofrenia, el trastorno bipolar y el autismo, ya que “producen más discapacidad y más años de vida perdidos que todas las oncológicas, cardiovasculares y diabetes juntas”. “De hecho, el 30 por ciento de la discapacidad ocasionada por cualquier enfermedad en nuestro paí­s se debe a una enfermedad neuropsiquiátrica”, ha aseverado.

Por otra parte, sin embargo, ha añadido, una falta de inversión se traduce entre otras cosas en falta de polí­ticas sociales y de empleo para la incorporación de estos pacientes en la sociedad. Por ello, el director cientí­fico del CIBERSAM hace hincapié en la necesidad de otorgar recursos para la atención de las enfermedades mentales graves, que sigue siendo menor en España que en otros paí­ses de nuestro entorno y en comparación con otras enfermedades menos costosa. “La inversión en salud mental en España es del 5 por ciento del gasto sanitario total, lo que nos aleja muchí­simo de la media europea y de otros paí­ses europeos, que invierten cerca del 10 por ciento. Esto se debe, sobre todo, a la falta de polí­ticas sanitarias a largo plazo”, ha denunciado.

Por último, pese a ello, ha destacado como el tratamiento de la esquizofrenia ha cambiado en los últimos año debido a la introducción de los antipsicóticos atí­picos, que “tienen un menor riesgo de sí­ntomas extrapiramidales, como la rigidez muscular y los movimientos involuntarios anormales, que pueden estigmatizar al paciente y disminuir la adherencia a la medicación”. Además, “generalmente no tienden a empeorar la cognición y los sí­ntomas negativos y algunos tienen efectos antidepresivos adicionales”, ha añadido Christoph Correll, director médico del Programa de Reconocimiento y Prevención del Hospital Zucker Hillside de Nueva York (EE.UU).