Las personas con discapacidad siguen…

Un estudio realizado por la Universidad de Harvard asegura que la discapacidad y la edad son las principales razones para la discriminación laboral, en materia de contratación, superando a la razón de raza y de género.

La discriminación en la contratación de personas discapacitadas afecta a todo el mundo, incluidos los Estados Unidos y Europa según publica el diario The Guardian. A pesar de contar con leyes especí­ficas que penalizan la discriminación laboral, la brecha en las contrataciones se sitúa en el 20%. Una situación que afecta a un 15% de la población mundial y por la que se les niega la oportunidad de trabajar. El derecho al trabajo está reconocido tanto en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y como en la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad. Sin embargo, romper el cí­rculo vicioso de la pobreza, la discapacidad y la discriminación, especialmente para las mujeres, no es fácil. En primer lugar, la discriminación por discapacidad no se inicia en el mercado laboral, sino que comienza en la escuela.

La OCDE hizo un estudio internacional sonde encontró que los jóvenes discapacitados abandonan la escuela antes que el resto de sus compañeros, antes incluso de lo que lo hací­an generaciones anteriores, lo que les sitúa en desventaja en el mercado. En segundo lugar, una vez se llega a él, las actitudes hacia personas discapacitadas que buscan trabajo son más propensas a ser negativas. Un estudio de la Universidad de Harvard encontró que los prejuicios sobre la discapacidad y la edad fueron razones superiores de discriminación al de la raza y el género. Además, una encuesta británica encontró que ésta se encrudece especialmente en las personas con problemas de salud mental y dificultades de aprendizaje. Bajo la administración actual en el Reino Unido, las diferencias de empleo por discapacidad han aumentado.

El apoyo que podrí­a mantenerlos en sus empleos son revaluados dados sus costes como la disposición de elevadores en los baños o de intérpretes de lenguaje. Sin embargo, a pesar de que siempre el Gobierno ampara los costes con subvenciones, a menudo estas cuotas no alcanzan. Las cosas no están mucho mejor en EE.UU., donde también se prohibió la discriminación por discapacidad, pero cuya brecha de empleo es de 46%. Le sigue de cerca Perú con un 45%, a pesar de haber adoptado medidas concretas como la introducción de proyectos locales a pequeña escala.

En Europa, a pesar de una serie de objetivos legislativos y polí­ticos para acabar con la discriminación, las diferencias de empleo varí­an ampliamente entre los diferentes paí­ses, como Suecia con apenas 9,5% o Hungrí­a con un 37%. De hecho, en Roma a menudo son tratados como si fueran personas con discapacidad, cuando no lo son. La inclusión, desde los primeros años de educación es la clave para la reducción de la brecha de empleo, y el establecimiento de relaciones más profundas entre las personas con discapacidad y sin discapacidad (amistad, matrimonio, familia y trabajo) también es la mejor oportunidad de cambio.