La piel de un fumador…

En diez años la piel de un fumador envejece unos dos años y medio más deprisa de lo normal, según un estudio elaborado por la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME). ‘Fumar provoca la disminución de la circulación sanguí­nea en los tejidos, lo que influye negativamente en la elasticidad de la piel y provoca efectos negativos en su conservación’, según detalla el estudio.

‘Arrugas marcadas, aspecto demacrado por la prominencia de los huesos y tonalidad grisácea de la piel’ son signos distintivos del tabaquismo que aparecen en la cara del fumador, concretó Marta Banqué, autora del documento, especialista en medicina preventiva y salud pública y experta en el tratamiento y la superación del hábito del tabaquismo. Al dejar de fumar disminuye la acumulación de radicales libres en el organismo y se logra revertir, ‘en parte’, el daño provocado, por lo que la piel recupera parte de su luminosidad, añade Banqué.

Según datos de la SEME, la cuestión estética es una de las principales razones que impulsan a los fumadores al abandono del tabaco. La Sociedad Española de Medicina Estética ha contabilizado que esta inquietud motiva a seis de cada diez consumidores a dejarlo, siendo las consultas más frecuentes relacionadas con el tabaquismo la fragilidad capilar por pelo quebradizo y desnaturalizado, el envejecimiento prematuro y los dientes amarillentos. Pero dejar de fumar no es sencillo y solo entre el 3 y el 5% de los fumadores que intentan superar su dependencia sin ayuda profesional lo logra. El documento presta una especial atención al difí­cil proceso de abandono del tabaco y propone distintos niveles de intervención por parte del profesional.