¿Cómo se mejora la atención?

Para conocer cómo mejorar la atención, primero debemos entender qué es exactamente y cuáles son sus tipos. Es un concepto complejo y han sido muchos los autores y autoras que han teorizado buscando comprenderlo. Siguiendo a García-Ogueta (2001) entendemos que es el proceso o capacidad multidimensional, es decir, el concepto atención no se refiere a una entidad unitaria, sino que engloba diversos mecanismos.

Entonces, ¿qué entendemos por atención?

Ante la falta de consenso, podemos asociar esta habilidad a la capacidad de seleccionar un estímulo relevante inhibiendo aquellos no interesantes para nuestra tarea. Unas buenas capacidades atencionales nos permiten realizar dos tareas al mismo tiempo, minimizar la interferencia, cambiar de una tarea a otra o mantener una acción el tiempo necesario hasta completarla. Al decir: “mejorar la atención”, por tanto, nos referimos a que nuestro alumnado progrese en las tareas mencionadas, tomando como referencia la propia casilla de partida, es decir, valorando su progreso comparándolo con él o ella misma.

La atención es clave en el proceso de aprendizaje. Nos permite captar la información que luego tendremos que procesar y memorizar.

Para intervenir sobre la atención, así como sobre cualquier otro proceso cognitivo, es necesario basarnos en un modelo teórico de referencia. Podemos acudir al propuesto por Sohlberg y Mateer (2001), quienes plantean un modelo jerárquico de gran utilidad en la práctica educativa y clínica. Se pueden explicar sus diversas categorías como una sucesión de escalones, cada uno de ellos necesarios para avanzar hacia el siguiente paso. De menor a mayor complejidad son los siguientes:

  •      Arousal: El más básico y primitivo. Simplemente hace referencia a una activación general.
  •    Atención focalizada: Capacidad para enfocar la orientación a un estímulo sin tener en cuenta el tiempo.
  •   Atención sostenida: Mantenerse enfocado en la tarea durante un tiempo prolongado.
  •   Atención selectiva: Capacidad para seleccionar un estímulo relevante e inhibir lo irrelevante.
  •     Atención alternante: Habilidad para cambiar el foco atencional. Estar atento a una actividad y cambiar a otra diferente teniendo control en el procesamiento de esta.
  •   Atención dividida: Capacidad para realizar dos tareas simultáneamente, distribuyendo los recursos atencionales entre ambas.

Habría que valorar, desde el primero de ellos, en qué punto se encuentra nuestro alumnado, tanto en la modalidad auditiva como visual de todos estos tipos de atención. El tratamiento debe estar basado en las capacidades conservadas.

Aunque lo ideal sería contar con pruebas de evaluación neurocognitivas, podemos orientarnos con la información cualitativa que observemos en las aulas o en el hogar. A raíz de esas conclusiones, adaptaremos nuestra actividad docente, incluso nuestra manera de dirigirnos a ellos. Por ejemplo, si estamos ante un alumno con excelentes habilidades atencionales, podremos pedirle que mientras escucha el dictado, esté observando si comete o no faltas ortográficas. Por el contrario, si nos encontramos con el caso de una alumna con dificultades en atención sostenida difícilmente podrá realizar tareas de una duración prolongada y es posible que desemboque en la frustración de la menor.

En la medida de lo posible, se debe favorecer la intervención precoz y, puesto que el tiempo del tratamiento suele ser limitado, se recomienda ordenar las prioridades según la funcionalidad que aporten en su día a día. Por otro lado, es fundamental observar las variables emocionales y conductuales que le puedan estar afectando.

Algunas actividades clásicas que podemos llevar a cabo en la rehabilitación o intervención de la atención selectiva y sostenida son las siguientes:

–       Tareas de cancelación:

 

Son muy sencillas. Simplemente se trata de tachar o señalar un estímulo diana propuesto, ya sea visual o auditivo. La tarea consiste en seleccionarlo de entre otros muchos distractores. Se sugiere un aumento progresivo de la dificultad añadiendo más objetos, complicando la instrucción o añadiendo matices sutiles al elemento diana. Algunos ejemplos son los siguientes:

o   Tacha aquellos robots que tengan la luz de color amarillo.

o   Rodea aquellas flechas que son iguales al modelo que se encuentra en la fila superior.

 

–     Tareas Go-No G(visuales y auditivas):

Son ejercicios en los que se tiene que instrucciones que detener la respuesta automática y cambiarla por otra. También nos sirven para mejorar la flexibilidad cognitiva y la inhibición conductual, sinónimo de control de impulsos.

o  Da un golpe con la mano derecha cuando aparezca el color azul.

o Da una palmada cuando aparezca un animal marino y escuches la palabra “cielo”.

o  Da un golpe con la mano derecha cuando escuches la palabra “perro” y con la mano izquierda cuando oigas “gato”.

–  Entrenamiento en autoinstrucciones: 

Los niños y niñas con dificultades atencionales y de planificación suelen verse beneficiados de este entrenamiento ya que les ayuda a guiar su conducta hasta su objetivo. Las autoinstrucciones son un conjunto de frases que se dicen a uno mismo y se repiten en cada tarea para automatizar los pasos que se deben seguir  y crear así una rutina. En cada ejercicio se repetirán las siguientes autointrucciones:

 

 

1º: ¿Qué tengo que hacer?  Definimos el problema. Al leer el enunciado sería conveniente que se subrayen los verbos que señalan lo que tiene que hacer ya que, en algunas ocasiones, en un mismo enunciado se demandan varias acciones y se puede correr el riesgo de que se salte alguna. Por ejemplo, contesta a las preguntas y busca sinónimos a las palabras en negrita.

2º: ¿Qué pasos sigo? Hacemos una aproximación al problema y pensamos qué pasos se deben seguir. Por ejemplo, primero leeré el texto con calma, después buscaré el significado de las palabras que no entiendo y, por último, contestaré a las preguntas de comprensión.

3º: Me concentro mucho. Focalizar la atención. Nos mentalizamos de que vamos a estar centrados únicamente en la actividad.

4º: Pienso la respuesta. Resuelvo el ejercicio.

5º: Repaso. Autocomprobación. Este paso es esencial ya que, al tener dificultades de atención, podemos cometer muchos errores por despistes. Una vez que se automatiza este paso, se incluye dentro de la rutina y nos ayuda a tener un mejor desempeño y autonomía.

6º: Me felicito.  Autorefuerzo. Al terminar el ejercicio valorarmos nuestra propia ejecución. Por ejemplo, “¡me ha salido fantástico!”; “¡he descubierto el error y lo he corregido!” o “¡ahora, mucho mejor!”.

 

–       Estrategias conductuales: Papel recoge distracciones.  

Consisten en realizar las actividades que requieren concentración, como pueden ser las tareas escolares en casa, con un papel en blanco cerca. De este modo, cada vez que tengamos una idea la apuntemos en ese papel y evitemos la distracción en vez de llevarla a cabo. Por ejemplo, mientras estoy haciendo los deberes de matemáticas recuerdo que tengo que felicitar a un amigo por su cumpleaños. En lugar de hacerlo en ese mismo instante, lo apunto en el papel para llamarle más tarde.

 

–       Técnica Pomodoro:

Aunque solemos encontrarla clasificada habitualmente como una técnica de estudio, es una herramienta de la que se puede beneficiar cualquier alumno o alumna que tenga problemas para concentrarse. Se trata de intercalar periodos de tiempo de estudio con descansos frecuentes. Teóricamente, se combinan cuatro repeticiones de 25 minutos de estudio o realización de tareas seguidas de descansos de 5 minutos. Al realizar esta serie cuatro veces se tendrá un descanso de media hora.

Existen aplicaciones y recursos web como, por ejemplo,  https://tomato-timer.com/, con el que controlar los tiempos. La intención es que no existan distracciones en el periodo de trabajo y se mantenga una gran intensidad en ese momento. En la práctica, podemos adaptar los tiempos a las necesidades de cada uno, teniendo en cuenta que los descansos pueden prolongarse, así como los espacios entre bloques. No es una herramienta válida para todo tipo de personas ni de actividades. Al igual que las demás técnicas y herramientas, hemos de ir probando hasta conocer aquella que nos sirva en nuestro caso particular.

Sabemos que si utilizamos recursos como tablets y ordenadores la motivación aumenta y la intervención es más eficaz. Por ello, en este blog se podrán encontrar otras entradas en las que proponemos algunos recursos web y Apps que pueden contribuir a la mejora atencional.

García-Ogueta, M. I. (2001). Mecanismos atencionales y síndromes neuropsicológicos. Revista de Neurología32(5), 463-467.