La clasificación para los Juegos…

Estadio olí­mpico de Londres desde dentroCada atleta que compite en los Juegos Paralí­mpicos de Londres 2012 tiene una increí­ble historia que contar, de cómo superaron una tragedia o una discapacidad con la que nacieron para ser considerados los mejores en el mundo en su disciplina. Pero para algunos el obstáculo burocrático final puede ser un paso demasiado lejos.

El pasado jueves se reveló que a la gran esperanza estadounidense de una medalla de oro en natación (Victoria Arlen, de 17 años) se le habí­a negado una clasificación para competir.

Arlen habí­a soñado en entrar al equipo de natación de personas sin discapacidad de Londres 2012 hasta que una enfermedad neurológica la puso en un coma durante dos años. Cuando despertó estaba paralizada en ambas piernas. Sin embargo, Arlen continuó nadando y este año rompió dos récords mundiales. Pero después de que el Comité Paralí­mpico Internacional (CPI) revisara su caso, se le dijo a Arlen que no podrí­a competir.

Se decidió que la discapacidad de Arlen no era lo suficientemente grave. Parecí­a que habí­a perdido por el complejo sistema de clasificación de discapacidades, una herramienta esencial para el movimiento Paralí­mpico.

Y no es la única que sufre. Su compañera de natación estadounidense Mallory Weggemann, quien perdió el uso de sus piernas después de que una inyección epidural rutinaria saliera mal, declaró que habí­a “perdido la fe” en el sistema cuando su clasificación cambió justo antes del comienzo de Londres 2012.

“Entrené por los últimos cuatro años y medio para estos Juegos y, en menos de 24 horas antes de que mi primera carrera fuera a comenzar, todo cambió, todo para lo que me preparé durante los últimos cuatro años cambió”, dijo la atleta de 23 años, quien habí­a estado esperando competir por nueve medallas de oro pero ahora sólo puede ir por siete.

Es tal la gran cantidad y gravedad de las diferentes discapacidades, que cada atleta debe ser evaluado y colocado en una categorí­a para competir junto a otros del mismo potencial.

Los atletas son colocados en uno de seis principales grupos de discapacidades: aquellos con lesiones medulares, parálisis cerebral, con amputaciones, con ceguera o deficiencias visuales, con discapacidades intelectuales y aquellos con discapacidades que no entran en ninguna de estas categorí­as, como aquellos que nacieron con enanismo o esclerosis múltiple.

Cada uno de los 20 deportes de los Paralí­mpicos se divide entre las diferentes clasificaciones y se le da un número que denota la gravedad de la discapacidad; uno siendo la más grave y 10 la menos grave.

“La clasificación también existe en los Olí­mpicos”, explica el médico David Howe, un excorredor paralí­mpico canadiense y un académico en la Universidad Loughborough en Reino Unido.

“Las mujeres y hombres no compiten juntos, y en boxeo y judo se basa en el peso, pero en los Paralí­mpicos se hace una descomposición más fina.

“Toma a las personas con discapacidades visuales. Tienes la categorí­a B3 donde alguien tiene el 10% de visión, la categorí­a B2 con el 5% de visión y la B1 donde no hay visión útil en lo absoluto.

“Tiene un gran impacto en cómo puedes entrenar. Si no tienes visión útil necesitas a alguien que entrene contigo. Si tienes 10% pueden, y lo hacen, moverse por su propia cuenta. Pueden entrenar. Les da una gran ventaja”.

En años recientes, el CPI ha complicado las cosas tratando de reducir el número de medallas y disciplinas y ven más allá de la discapacidad como el factor definitivo en la clasificación. En su lugar, dice, ven el potencial del atleta.

“Durante la clasificación… los atletas son evaluados por su habilidad para desempeñarse en un evento en particular”, explica el CPI.

“‘La habilidad’ en este caso se refiere al potencial funcional del atleta y no es una evaluación de su discapacidad: se trata de una inversión completa de los viejos sistemas que fueron clí­nicos y médicos al principio y a menudo intrusivos”.

Es por esto que Oscar Pistorius, el Blade Runner sudafricano con una doble amputación, quien hizo historia al convertirse en el primer corredor paralí­mpico en competir en los Olí­mpicos, puede alinearse en contra de los corredores que sólo tienen una pierna prostética.

En la piscina el pasado jueves, Zheng Tao, de China, ganó el oro en los 100 metros dorso, destrozando la marca a pesar de no tener brazos.

De acuerdo con Howe, cuando estaba compitiendo, el procedimiento para determinar la clasificación era muy diferente y también muy intrusivo.

“Cuando compites por primera vez se aseguran que no estés manipulando el sistema”, dice. “Tienes un médico (yo tengo parálisis cerebral leve), un fisioterapeuta y un experto técnico. Ahora ellos tienen la habilidad de examinar la clasificación después de la competencia. Solí­an ejecutarlas antes de competencias importantes y forzar a los atletas. Me negaba hasta después de la prueba porque puede ser muy exhaustivo”.

El movimiento hacia racionalizar las clasificaciones y tener menos medallas que entregar también tiene sus inconvenientes.

“La natación es un poco manipulativa”, dice Howe cuando se le preguntó sobre el caso de Arlen. “Yo estaba allí­ para ver al joven británico Jonathan Fox ganar el oro, el estruendo era increí­ble. Pero la cosa es que cuando salió (de la piscina) se veí­a muy capaz. Era el único que no utilizaba un bastón o una silla de ruedas”.

“Hay una prueba en el agua y una en la tierra, y un elemento de que estás en una curva de rendimiento; y eso desalienta el entrenamiento. Quieres estar del lado correcto de la delgada lí­nea de la siguiente categorí­a. De otra manera tendrás que batallar”.

Pero por supuesto, un deporte competitivo es un deporte competitivo; y los equipos rivales regularmente mandan a los atletas a una reclasificación si sienten que tienen una ventaja injusta.

El movimiento paralí­mpico también ha sido afectado por varios escándalos de alto perfil. Al equipo paralí­mpico español de basquetbol se le quitó su medalla de oro en los Juegos de Sydney 2000 después de que surgió que algunos de los jugadores no fueron examinados apropiadamente y no tení­an ninguna discapacidad intelectual. La controversia vio a una categorí­a completa de deporte para personas con discapacidad intelectual retirado de los siguientes dos Olí­mpicos. Sólo hasta ahora, en Londres, está haciendo un regreso.

“Hay mucha polí­tica en la clasificación”, argumenta Howe. “Nunca me preguntaron como atleta, ‘¿crees que la prueba fue justa?’ Para los atletas (como Arlen) puede ser el infierno. Cuando esto ocurre los atletas se reúnen al estilo de Band of Brothers”.

Al final fue exactamente lo que le pasó a Victoria Arlen. Después del clamor el CPI revisó la evidencia de nuevo y la dejó competir en las clasificaciones de los 400 metros el pasado fin de semana, uno de los eventos más anticipados en los Juegos. Pero es improbable que sea la última vez en que el problema de la clasificación llegue a los titulares.

“He estado involucrado desde 1986 y siempre ha sido un problema”, dice Howe. “Se está poniendo mejor. Pero me preocupa que al llevar menos categorí­as (el CPI) esté tratando de ser más amigable con los medios. Es justo, está bien, pero estoy en contra de que eso impida que diferentes organismos estén involucrados.

“No debemos olvidar que, ante todo, los Paralí­mpicos tratan sobre celebrar la diferencia. No es capacidad versus discapacidad”.