Un jardí­n para experimentar en…

El jardí­n histórico de Castrelos se ha caracterizado desde su creación en el siglo XIX por su riqueza aromática y visual. Desde 2012 incluye un nuevo sentido a sus posibilidades de uso y disfrute: el tacto. Se ha convertido en un jardí­n sensorial accesible para que lo recorran personas con discapacidad visual, su belleza está ahora escrita en braille.

Un proyecto innovador del ayuntamiento de Vigo y el estudio de arquitectura BMJ ha habilitado una cinta-guí­a para que no haya barreras a la hora de pasear por este conjunto botánico situado en pleno corazón de la ciudad de Vigo y declarado monumento histórico-artístico y Bien de Interés Cultural desde 1955.

Las personas con discapacidad visual tienen la opción de visitarlo recorriendo una cinta que se mete en todos los rincones del jardí­n. Al tiempo que evita que se pierdan por sus encrucijadas de caminos, les permite ir leyendo en braille explicaciones sobre las caracterí­sticas y la historia del lugar y llegar hasta todos los recovecos, en especial a aquellos de más variedad y riqueza aromática.

El proyecto se inauguró a principios de año y este octubre ha recibido una mención especial de los premios de Patrimonio Cultural de la Unión Europea (Europa Nostra 2012) por facilitar la visita al jardí­n de personas con discapacidad visual “mediante estí­mulos táctiles y olfativos” que le permiten apreciar y disfrutar de la belleza y los secretos de este espacio natural.

Las arquitectas Belinda Besada e Marister Failde recibieron un encargo del ayuntamiento para crear en Catrelos un jardí­n para invidentes. Una vez que empezaron a trabajar en él se dieron cuenta de que no necesitaban crear nada, tan sólo adaptar el lugar para hacerlo accesible a través de bastones guí­a y potenciar el sentido del olfato a través de un jardí­n aromático y el del tacto con una mesa de los sentidos.

“Recorriendo el jardí­n lo que apreciamos es que ese jardí­n existí­a ya y ya tení­a recursos para que un invidente pudiese disfrutarlo, el problema era cómo hacer que pudiera recorrerlo”, explica Marister Failde. De forma que empezaron a trabajar para crear esa ruta y acabaron construyendo una guí­a en acero con un recorrido de ida y vuelta con punto de partida delante del Pazo Quiñones de León al que pertenece el parque.

Según explica Failde, la autonomí­a de las personas con discapacidad fue una de las obsesiones con las que concibieron el proyecto, de forma que la cinta-guí­a no sólo incluye el paso por paneles explicativos escritos en braille, sino que está diseñada para que el impacto del bastón en la cinta elevada o apoyada emita distintos sonidos que diferencien situaciones del contexto del jardí­n.

Así­, la cinta se apoya a ras de suelo en los cruces transversales o puntos de parada interpretativa (a los que denominan puntos sensoriales) y se eleva en unos mesados interpretativos de los puntos singulares del jardí­n, bandejas con la información táctil y los estí­mulos que permiten la interpretación sensorial del entorno natural: hojas, frutos, y datos de las especies y de la historia del jardí­n.

Como remate del corrido, el estudio BMJ creó un jardí­n aromático recuperando unos maceteros preexistentes para plantar diversas especies elegidas por sus aromas, colorido y texturas. En él todos los visitantes pueden encontrar también una mesa de los sentidos con vocación didáctica: la integran pequeños recipientes cuyo contenido variará a lo largo de las estaciones incidiendo también en los aromas, colores, y texturas.

“La intención era que casi no se percibiese que habí­amos estado allí­”, explica Failde, en alusión a que el proyecto se integra con el paisaje y apenas tiene impacto para el resto de los visitantes al tiempo que permití­a potenciar a las personas con discapacidad visual recorrerlo sin perderse su riqueza en olores o las sensaciones del sonido del agua o los pájaros de un jardí­n que para muchos constituye un oasis de tranquilidad en medio de la ciudad más grande de Galicia.

El jardí­n histórico de Castrelos está dividido en cinco sectores: acceso, rosaleda de la parte superior, jardí­n francés, jardí­n inglés y bosque. El proyecto de jardí­n sensorial está concebido para afinar la percepción de cada uno de ellos. La cinta-guí­a acerca al visitante a un punto en el que abrazar el diámetro de los árboles del bosque de eucaliptos de 1872 o a otro en el que tocar la variedad de texturas del paseo de camelias.

La ausencia de barreras del recorrido pudo comprobarse con la participación de una persona de la Fundación Once durante el proceso de creación. “Puri vino al jardí­n y fue de gran ayuda, nos permitió afinar, corregir determinados temas para que funcionara bien. Su visita fue una de las mayores satisfacciones que tuvimos en nuestra vida profesional porque vimos que disfrutaba de forma autónoma y con cierta seguridad, algo que en los lugares públicos es bastante difí­cil”, concluye Marister Failde.