Un estudio revela que no…

Las personas afectadas por el denominado dolor crónico, así­ como los profesionales sanitarios, no siempre disponen de la información y los conocimientos necesarios sobre las opciones de tratamiento disponibles. Así­ lo revelan los resultados de un estudio cientí­fico que desvela que una quinta parte de las personas que participaron en el mismo tiene diagnosticado un dolor crónico susceptible de tratarse o controlarse con opciones terapéuticas innovadoras, como un sistema recargable de estimulación de la médula espinal (EME). Sin embargo, a pesar de su disponibilidad en toda Europa, dos tercios de los pacientes nunca han oí­do hablar de este tratamiento.

‘Muchos pacientes acuden al médico varias veces antes de que se los derive a un especialista, lo cual puede ser muy frustrante para una persona que sufre un dolor constante dí­a a dí­a’, apunta Harry Kletzko, vicepresidente de la Liga Alemana del Dolor. ‘El dolor causa un verdadero impacto en la vida diaria, incluso en actos tan sencillos como levantarse de la cama, que pueden convertirse en algo extremadamente difí­cil’, indica Kletzko.

Precisamente, en Europa, el dolor crónico es una de las causas más habituales por las que se solicita atención médica. Aproximadamente un tercio de los afectados indica que el dolor crónico ha reducido alrededor de un 31% (una media de 5.000 euros al año) los ingresos de su unidad familiar. Además, la enfermedad en sí­ cuesta a los sistemas sanitarios europeos hasta 300.000 millones de euros anuales. Se calcula que un 90% de ello es atribuible a costes indirectos, tales como pérdida de productividad, seguridad social y prestaciones sociales.

‘Para muchos pacientes, los métodos convencionales con fisioterapia, medicamentos o cirugí­a no son la solución, y debemos explorar el uso de tecnologí­as innovadoras y rentables a medida que van apareciendo’, comenta el doctor Simon Thomson, especialista en Medicina y Neuromodulación en los Hospitales Universitarios Basildon Y Turrock, de la NHS Foundation Trust. ‘A largo plazo, la EME podrí­a no solo mejorar el dolor del paciente, sino también reducir la carga en la economí­a sanitaria, al administrarse el tratamiento apropiado a la persona adecuada en el momento propicio’, concluye.

Además de apremiar a los gobiernos europeos a actuar y solventar los problemas relacionados con el dolor, los organizares de la encuesta piden también un mejor acceso a los tratamientos innovadores que podrí­an beneficiar no solo a los pacientes, sino también a la economí­a sanitaria, mediante una rentabilidad demostrada.