La tasa de obesidad entre…

En la imagen, un cuidador atiende de una paciente con cáncer.Investigadores de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) han realizado un estudio en el que alertan de que la tasa de obesidad entre las personas que han superado un cáncer ronda el 30%, varios puntos por encima de la tasa de obesidad que se registra entre la población general, además de constatarse una mala condición fí­sica, con respuestas cardiorrespiratorias muy bajas frente al esfuerzo aeróbico.

Sin embargo, tomando como referencia las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que aconseja un mí­nimo de 150 minutos de ejercicio moderado a la semana, 75 de ejercicio intenso o una combinación de ambos, el 94% de los supervivientes de la enfermedad cumplieron las recomendaciones internacionales.

El informe estudia estos datos en comparación con las personas que no han tenido la enfermedad. En la población sin cáncer, la proporción llegó al 96% de practicantes de ejercicio, asegura Héctor Cebolla, investigador del departamento Sociologí­a II de la UNED y uno de los autores del estudio, publicado en ‘Oncology Nursing Forum’.

Ambos grupos realizaron una actividad fí­sica muy superior a los 150 minutos semanales de ejercicio moderado recomendados, doblando incluso la cifra: 356 minutos a la semana los supervivientes de cáncer y 395 los que no lo habí­an sufrido. “Que la población cumpla las recomendaciones internacionales es bueno, pero lo ideal es que se hiciera el ejercicio suficiente como para conseguir un í­ndice de masa corporal adecuado y una buena aptitud cardiorrespiratoria”, apunta la oncóloga Ana Ruiz Casado.

Por último, el estudio, realizado a casi 300 personas (180 supervivientes al cáncer y 105 que no han tenido la enfermedad), concluye que las personas que viví­an solas hací­an menos actividad fí­sica. No influí­an otros parámetros, como la edad, el sexo, el nivel de educativo o vivir cerca de zonas verdes, pero sí­ vivir en pareja. “El mecanismo concreto que vincula el matrimonio con la forma fí­sica es difí­cil de precisar, pero tiene que ver con la creación de un entorno de vida más colaborativo y acogedor ante una enfermedad o cualquier otro problema que requiera cuidados”, concluye Héctor Cebolla.