Un estilo de vida saludable…

Un estudio muestra que los adultos mayores que caminan a un ritmo de 3,2 kilómetros por hora o más rápido tienen menos probabilidad de desarrollar esta enfermedad. Los adultos que caminan rápidamente, son moderadamente activos en su tiempo de ocio, beben con moderación, no fuman y evitan estar obesos tienen la mitad de riesgo de sufrir insuficiencia cardí­aca que los adultos que no optimizan estos factores de riesgo modificables, según un estudio que analizó a casi 4.500 adultos durante dos décadas y cuyos resultados se publican en JACC: Heart Failure.

Los investigadores, dirigidos por Liana C. Del Gobbo, de la Escuela Friedman de Nutrición y Ciencias Polí­ticas de la Universidad de Tufts, en Massachusetts, Estados Unidos, siguieron a 4.490 hombres y mujeres de 65 años o más que no tení­an inicialmente signos de insuficiencia cardí­aca durante un máximo de 21,5 años, siguiendo su dieta, hábitos, actividades de ocio, intensidad del ejercicio, consumo de alcohol, hábito de fumar, peso, altura, circunferencia de la cintura y la salud del corazón a través de cuestionarios y exámenes fí­sicos a lo largo del tiempo de estudio.

Durante el análisis, se produjeron 1.380 casos de insuficiencia cardí­aca. Los autores detectaron que los adultos que caminaban a un ritmo de 2 millas (3,2 kilómetros por hora) o más rápido presentaban un menor riesgo de desarrollar insuficiencia cardí­aca. Realizar actividades de ocio que queman más de 845 calorí­as o más a la semana, no fumar, consumir alcohol moderadadmente con una bebida o más a la semana pero no más de 1-2 bebidas/dí­a y evitar la obesidad también se asociaron, asimismo, con tasas reducidas de IC. “Es alentador saber que los adultos pueden hacer cambios simples para reducir su riesgo de insuficiencia cardí­aca, como realizar actividad fí­sica moderada, no fumar y mantener un peso saludable. Aunque los patrones dietéticos no estaban relacionados con el riesgo de insuficiencia cardí­aca en este estudio, llevar una dieta saludable es de importancia crí­tica para la prevención de otras enfermedades cardiovasculares, la diabetes tipo 2 y otras patologí­as crónicas”, afirma Del Gobbo.