Un barco sin barreras en…

Ayudan con una polea a salir del barco a una persona con discapacidadEl Lord Nelson es un sueño hecho realidad para los jóvenes de 16 y 17 años que aprenden los rudimentos de la navegación a bordo de este velero británico, gestionado por la oenegé Jubilee Sailing Trust (www.jst.org.uk). Este barco atracó ayer en el antiguo muelle comercial de Marí­n, en una escala desde Portugal camino de la regata de grandes veleros de A Coruña.

Es un barco casi único, porque su tripulación está formada por jóvenes, muchos de ellos con discapacidad, de seis paí­ses distintos, y bajo la tutela de un equipo de monitores. El capitán del barco, John Etheridge, enseña con orgullo su buque, adaptado hasta el más pequeño detalle para la navegación con personas que padezcan de alguna dificultad motriz. Hay ascensores y sistemas para mover sillas de ruedas en todos los niveles del barco. En la cubierta, el suelo tiene maderas especiales que señalan los itinerarios para personas con problemas de visión o incluso ciegos. En uno de los timones, abierto para la práctica por parte de los jóvenes, también hay un sistema para facilitar su funcionamiento.

Los utensilios de la vida cotidiana se hallan a una altura suficiente para que los pueda alcanzar cualquier persona en silla de ruedas. La proa está diseñada con mayor amplitud para dejar acceso a todos hasta la punta más avanzada del velero.

La llegada a puerto es siempre un momento emocionante para la tripulación del Lord Nelson. Ayer no fue la excepción y como todos subieron hasta el mástil, sus tres compañeros que utilizan silla de ruedas también tuvieron su oportunidad de divisar Marí­n desde el palo mayor. Los jóvenes, con poleas y cuerdas, izaron a los tres hasta la plataforma del mástil y después los devolvieron a cubierta.

Etheridge señala que el objetivo de estos viajes es «facilitar la integración y la comprensión» hacia los discapacitados. Está convencido de que este sistema de una navegación juntos es un método que «funciona» y que pese a las dificultades de movilidad en distintos grados de varios de sus tripulantes, «todo el mundo hace algo a bordo».

James Colburn, de 17 años, británico, reconoce que la convivencia ha cambiado su percepción sobre la vida de los discapacitados al hacerle consciente de sus problemas y potencial. Su travesí­a por Galicia también dejará su huella. El martes se bañó con sus compañeros en la rí­a frente a Portonovo. «El agua estaba buena, más cálida que en Inglaterra», concluyó.