Tras la nacionalización de Bankia las obras sociales corren el riesgo de desaparecer
Tras la nacionalización de BANKIA hay un futuro más que incierto para la parte social que crearon las cajas de ahorros desde su creación. Una parte social que se derivaba de los beneficios anuales y dividendos que repartían al final de cada ejercicio las cajas de ahorros, lo que se determinó en llamar obras sociales, que en la actualidad ayudan y colaboran en el desarrollo de proyectos sociales, por ejemplo, la puesta en marcha de centros de día, residencias, proyectos para empleo de personas con discapacidad, programas de autonomía personal y así un largo etcétera.
La inversión aproximada anual en acciones sociales por parte de las cajas ascendía a cerca de 200 millones de euros, siendo la entidad más activa Caja Madrid, con 124 millones dedicados a temas asistenciales y medioambientales, además de centros culturales como la Casa Encendida de Madrid.
Las obras sociales han sido siempre las que han marcado la diferencia entre las cajas de ahorro y los bancos durante años. Esta nueva situación supone que las siete cajas fundadoras, en el mejor de los casos, van a ver reducida su participación prácticamente a cero, y proyecta una sombra de incertidumbre sobre el futuro de la obra social, ante la ausencia probable de dividendos. Un perjuicio importante para la sociedad, producto de una gestión irresponsable de los gestores y de los gobiernos que nos han mal administrado en el pasado y en el presente.
Una circunstancia que, por cierto, ya vaticinaba el tejido asociativo de la discapacidad.