Toxina botulí­nica para el dolor…

Una inyección parecida al toxina botulí­nica, junto con la fisioterapia, podrí­a aliviar un tipo de dolor de rodilla que es habitual en los corredores, los ciclistas y otras personas activas, según un estudio reciente.

La afección, llamada sí­ndrome de dolor patelofemoral (SDPF), afecta a más de una de cada 8 personas que hacen ejercicio regularmente, explicó el equipo de investigación británico. La afección provoca dolor en la parte frontal y lateral de la articulación de la rodilla, y puede ser difí­cil de curar, dicen los expertos. “El dolor de rodilla en los corredores y los ciclistas a menudo es difí­cil de tratar”, dijo el Dr. Ví­ctor Khabie, jefe de medicina deportiva del Hospital de Northern Westchester en Mount Kisco, Nueva York. “La mayorí­a responderá a la terapia tradicional, pero algunos seguirán sintiendo dolor”.

Según los autores del estudio, las investigaciones anteriores han mostrado que el 80 por ciento de las personas con el SDPF siguen presentando sí­ntomas después de someterse al tratamiento convencional, y el 74 por ciento tienen niveles de actividad reducida. Los métodos actuales de tratamiento incluyen la fisioterapia, los medicamentos antiinflamatorios y las inyecciones de esteroides. Si estas terapias no funcionan, los pacientes podrí­an optar por la cirugí­a, según los investigadores. El nuevo estudio fue dirigido por investigadores del Colegio Imperial de Londres y contó con 45 pacientes.

Cada uno de ellos recibió una inyección de un tipo de toxina botulí­nica conocida como Dysport a fin de relajar un músculo de la parte frontal y externa de la cadera, seguida de sesiones de fisioterapia. Se actuó sobre la cadera porque, en investigaciones previas, los investigadores habí­an observado que las personas con el SDPF tendí­an a usar en exceso este músculo particular de la cadera, en lugar de usar los músculos glúteos de las nalgas.

Según los investigadores, dos terceras partes (el 69 por ciento) de los pacientes no requirieron de más tratamientos y habí­an dejado de sentir dolor cuando se les evaluó 5 años después de la inyección en el músculo de la cadera. “Puede ser increí­blemente frustrante quedarse sin opciones de tratamiento para los pacientes de esta afección dolorosa”, dijo la coautora del estudio, Jo Stephen, fisioterapeuta en el Colegio Imperial de Londres y la Clí­nica Fortius.