EVALUACIÓN DE DICIEMBRE. CÓMO PROTEGER LA AUTOESTIMA DE NIÑOS Y ADOLESCENTES ANTE UN SUSPENSO
Se termina el primer trimestre y con él llega el primer boletín de notas. Para muchos, éste es un momento de orgullo, sin embargo, para aquellos que se han esforzado y han obtenido calificaciones más bajas de lo que esperaban o incluso han suspendido, éste es un momento angustioso en el que la sensación de fracaso puede ir más allá de lo académico afectando a la percepción que el niño tiene de sí mismo.
Cómo proteger la autoestima ante el suspenso
Socialmente, suspender tiene connotaciones negativas. El sistema de calificaciones se une al de creencias. Por eso es importante que, antes de hablar con los niños sobre las causas de su suspenso, reflexionemos como adultos sobre nuestras propias creencias acerca de suspender, sobre el “fracaso escolar”. Esto nos va a permitir comprender mejor desde qué postura miramos al “fracaso” de nuestros niños.
También es importante recordar cómo nosotros vivimos el fracaso cuando éramos niños, si suspendimos en alguna ocasión, si tuvimos alguna materia que se nos resistía y, sobre todo, cómo nos sentimos cuando esto sucedió. También cómo reaccionaron los adultos más cercanos a nosotros: nuestros padres, abuelos, profesores. Recordar nuestras emociones y las de nuestros referentes va a permitirnos acercarnos de un modo más comprensivo en el presente.
Atender, acompañar y contener la emoción
La nota baja o el suspenso ya han ocurrido, puede haber muchos motivos que más adelante atenderemos. En este momento lo más importante es permanecer al lado del niño. Su tono de voz, mirada, postura corporal nos van a dar información acerca de sus emociones. Si estamos abiertos a escucharlos, vamos a poder comprender mejor cómo se sienten y atenderles de acuerdo a sus necesidades.
En este momento, el contacto físico ayuda a reafirmar en el niño que, a pesar de sus notas, sigue siendo querido y no rechazado por su familia (ya que, si lo pensamos, el suspenso puede vivirse como una exclusión académica).
Puede necesitar expresar su tristeza, rabia, miedo, culpa, vergüenza…Son emociones que el niño necesita compartir con un adulto de confianza que pueda ayudarle a contenerlas y guiarlas. Para esto es importante crear un espacio seguro y contar con tiempo suficiente para que el proceso sea lo más tranquilo posible.
Aquí es necesario recordar que no todas las emociones expresadas se corresponden con la emoción de fondo, por ejemplo, un enfado (por muy explosivo que sea) puede estar ocultando una profunda tristeza o miedo al rechazo. Esto es importante tenerlo en cuenta en el caso de los adolescentes. La clave es escuchar con serenidad y hacer preguntas que permitan al niño ir esclareciendo cómo se siente realmente. Se trata de “tirar del hilo” para que él mismo ponga palabras a la madeja de emociones que en ese momento está experimentando.
Separar el suspenso del valor del niño
Ciertamente un boletín de notas califica, cuantifica, el valor de una persona con respecto a su desempeño académico. La suma de estas experiencias a lo largo de los años de escolarización va conformando la imagen que el niño tiene sobre sí mismo como estudiante.
Desde casa o bien desde la propia escuela, podemos preservar la autoestima de los niños y adolescentes reforzando su valor integral, incidiendo en todos los aspectos positivos que lo definen, desde su personalidad, sus capacidades, sus destrezas o sus fortalezas hasta diferentes áreas de vida como la familia, grupos de amigos, deportes o aficiones.
Apoyarse en otras áreas y aspectos por los que destaca positivamente le ayudará a mantener una visión global de sí mismo y dar su lugar, y solamente su lugar, a las emociones difíciles que está experimentando en el ámbito académico, sin perder de vista la importancia que éste tiene.
Para ello, podemos utilizar visualizaciones: en un ambiente relajado, nos servimos de la palabra para crear imágenes. Un ejemplo puede ser dar un paseo por los lugares importantes de la vida del niño encontrándonos con personas queridas, momentos especiales, incluyendo la escuela y sus calificaciones para integrarlas.
Otra visualización puede ser entrar en su propio cuerpo y hacer un recorrido “turístico” por sus sensaciones corporales, sus emociones, personalidad.
Incidir en las sensaciones corporales permite tomar consciencia de sí mismo, que es fundamental para la autorregulación.
Otro recurso que podemos crear con ellos son los paneles fotográficos, en los que incluiremos imágenes, frases, dibujos y objetos con valor simbólico para el niño. Su función al elaborarlo es reconocer los recursos positivos con los que cuenta el niño, tanto personales como externos. Una vez terminado puede colgarse en un lugar visible para que actúe como refuerzo en momentos difíciles y seguir actualizándolo con el paso del tiempo.
Redirigiendo…
El suspenso no tiene por qué ser algo completamente negativo. Los errores, las dificultades, los “batacazos” son una oportunidad para darnos cuenta de qué estábamos haciendo sin darnos cuenta. Ahora que podemos ver que ese no era el mejor camino, nos preguntamos:
- ¿Dónde tengo más dificultad? Concentrarme, organizar mi tiempo, planificarme antes de un examen, una asignatura…
- ¿En qué necesito mejorar? No levantarme tanto mientras estudio, dedicar más tiempo a un tema, prestar más atención en clase, tomar apuntes, repasar en casa lo que hemos dado, mejorar mis esquemas y resúmenes…
- ¿En qué área necesito aplicarme más? Atención, concentración, memorización, trabajar la información, practicar lo aprendido, autoevaluarme…
Una vez definidas las causas que han podido llevar al niño al suspenso es el momento de establecer una estrategia para el próximo trimestre. Podemos elaborarla en conjunto y dejarla plasmada en un contrato en el que, tanto el niño como la familia, se comprometan a cumplir lo acordado.
Y si decidimos establecer tiempos de estudio durante el periodo vacacional es importante ser abiertos a la hora de comunicarnos con nuestro niño para que pueda asimilarlos como consecuencias para reparar el suspenso y no como castigos.
Por último, la motivación es clave durante todo el proceso. Acompañarles y recordarles sus múltiples capacidades, todos sus éxitos a lo largo de este tiempo. Nuestra confianza en ellos es fundamental para que confíen en sí mismos. ¡Adelante!