Más de la mitad de las mujeres con discapacidad han sufrido abusos físicos
El Foro Justicia y Discapacidad presentó ayer ‘Mujer, discapacidad y violencia’, un libro que indica que más de la mitad de la población femenina con discapacidad ha sufrido abusos físicos.
Concebido con el ánimo de sacar a la luz la situación de las mujeres con discapacidad, que por el hecho de serlo se ven doblemente discriminadas, el trabajo nació de la sugerencia de Ana Peláez, comisionada de género del Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (Cermi), según explicó este lunes Rocío Pérez-Puig, secretaria del Foro Justicia y Discapacidad.
El libro está dirigido por Pío Aguirre y Manuel Torres, ambos magistrados vocales del Consejo General del Poder Judicial (CGPG) y presidentes del Foro Justicia y Discapacidad, y consta de nueve capítulos, en los que se analizan, entre otros, aspectos como el maltrato a la mujer mayor o la situación de la mujer con discapacidad, su intimidad y violencia. Con respecto a este último apartado, el de la mujer con discapacidad, el texto alerta de que las cifras de violencia hacia ella son “alarmantes”.
Así, su autora, la comisionada de género del Cermi, señala en el texto que “desde los aún escasos estudios e investigaciones sobre este tema, generalmente provenientes de Europa, América del Norte o Australia, se apunta que más de la mitad de las mujeres con discapacidad han sufrido abusos físicos, en comparación con la tercera parte de las mujeres sin ella”. En la misma línea y siguiendo a Peláez, el Consejo de Europa indica que un 40% de las mujeres con discapacidad padece o ha padecido alguna forma de violencia, una cifra, sospecha la autora, que quedará seguramente corta, puesto que las estadísticas se hacen fuera de los cauces habituales y en buena medida parten de encuestas realizadas en el ámbito familiar de la víctima, donde no responderá seguramente con sinceridad.
Por último, el capítulo señala, igualmente, que si bien podría decirse que hay una mayor concienciación social sobre la necesidad de intervenir con aquellas mujeres que han adquirido una discapacidad como consecuencia de un acto de violencia, no lo hay con las que sufren esa violencia precisamente por el hecho de ser mujeres con discapacidad, cuya situación sigue permaneciendo invisible.