Los paralí­mpicos irrumpen en el…

Imagen del carnavalEl espí­ritu olí­mpico de superación y esfuerzo irrumpirá en el sambódromo de Rí­o de Janeiro con un desfile de una escuela de samba que reúne deportistas paralí­mpicos y otras personas con discapacidad fí­sica o Sí­ndrome de Down.

En un barracón del centro de la ciudad la escuela “Embaixadores da Alegrí­a” (Embajadores de la Alegrí­a) se prepara, como cualquier otra de las que participan todos los años en el carnaval, para mostrar en el sambódromo Marqués de Sapucaí­ que los problemas fí­sicos no son una limitación y dar con ello una lección de esfuerzo y solidaridad excepcional.

El próximo 25 de febrero Embaixadores da Alegrí­a abrirá la velada conocida como desfile de las campeonas, en la que se presentan las siete mejores escuelas de samba de la máxima categorí­a, lo que será un reconocimiento a cinco años de trabajo de esta agrupación.

“Queremos mostrar cómo las personas con discapacidad son capaces de trabajar y de ser útiles para la sociedad”, explicó a Efe el presidente de esta escuela, Caio Leitao, que desde un lustro hace realidad el sueño de miles de minusválidos de desfilar en el templo de la samba.

Cada año, cerca de 1.800 brasileños con discapacidad fí­sica, auditiva, visual, con parálisis cerebral o Sí­ndrome de Down, así­ como sus amigos y familiares, participan en un desfile que no es sólo una fiesta sino “un trabajo de inclusión social y emocional a través del arte y la cultura del carnaval”, según Leitao.

Una gran carroza plateada y de colores brillantes, que no tiene nada que envidiar a las de las grandes escuelas que cuentan con millones de reales de presupuesto gracias a subvenciones y patrocinios, recibirá a los deportistas paralí­mpicos para el desfile en el sambódromo.

“Iremos subiendo con las sillas de ruedas por dos grandes rampas y tiraremos a la canasta de baloncesto”, detalló a Efe con orgullo Marcelo Cardoso dos Santos, nadador paralí­mpico de 19 años, la acción que escenificarán el dí­a del desfile.

“Estoy nervioso, sólo habí­a visto los desfiles por la televisión, nunca habí­a podido participar y ver todo tan de cerca es un momento mágico para mí­, algo inimaginable hasta ahora”, dijo Cardoso a Efe.

El deportista está contento porque “esta no es una de esas escuelas con mulatas perfectas si no de gente que se supera cada dí­a y que quiere hacer del carnaval una fiesta inclusiva, como toda la ciudad deberí­a ser”.

Felipe de Souza, un invidente de 25 años, y velocista de 100 y 200 metros, participó en las paraolimpiadas de Pekí­n 2008, en los Juegos Parapanamericanos de Guadalajara (México) en 2011 y obtuvo una plata y un bronce en los de Rí­o de Janeiro en 2007, y para él, desfilar “es una emoción muy grande”.

“Entrar en el sambódromo con toda la gente cantando, bailando samba, y todos aplaudiendo mientras suena la percusión es un sueño, y ahora que apenas falta una semana estoy muy ansioso”, declaró a Efe De Souza mientras ensayaba en el barracón de la escuela.

Para este velocista, la agrupación de samba está ayudando a cambiar la imagen de las personas discapacitadas en Brasil.

“La sociedad pensaba que tení­amos que quedarnos en casa, que no podí­amos hacer nada, que no podemos caminar por la calle porque nos caemos, pero las personas están descubriendo que es sólo una limitación fí­sica, no es el fin de la vida”, explica.

Alexandra Gomes, portabandera de la escuela, sufre de Osteogénesis Imperfecta, un trastorno genético que afecta a los huesos y conocido como la enfermedad de los “huesos de cristal”, motivo por el cual se mueve en silla de ruedas.

Gomes dijo que este será su primer desfile en el sambódromo, pues aunque quiso participar hace dos años no pudo porque estaba recién operada y añadió: “Embaixadores es mi pasión, ya no dejo mi puesto por nada”.

Fernanda Honorato, reina de la baterí­a (orquesta) de la escuela y conocida por ser la primera actriz y periodista con Sí­ndrome de Down, se mostró “muy orgullosa” de participar en el desfile con una escuela “que es como una familia”.