Los paí­ses ricos reducen gradualmente…

La carga de la enfermedad cardiovascular (ECV) está cayendo en los paí­ses ricos tanto en términos brutos como en términos estandarizados por edad, mientras que los paí­ses de bajos y medios ingresos (LMIC, por sus siglas en inglés) están sufriendo aumentos en su carga de ECV porque sus poblaciones continúan adaptándose a los cambios demográficos y de comportamiento, como el incremento de la esperanza de vida, la mala alimentación, el consumo de tabaco continuado y, en algunos casos, aumentado, y un estilo de vida más sedentario.

Así­ lo revela el nuevo ‘Atlas Global de la Enfermedad Cardiovascular’ (ECV, por sus siglas en inglés), publicado por la Federación Mundial del Corazón en su revista ‘Heart Global’ y desarrollado por un equipo que incluye al profesor adjunto Andrew Moran, de la Universidad de Columbia, en Nueva York; el profesor asistente Gregory Roth, del Instituto para la Medición y Evaluación de Salud de la Universidad de Washington, en Seattle; el profesor Jagat Narula, del Centro Médico Monte Sinaí­, en Nueva York y el doctor George Mensah, del Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre de los Institutos nacionales de Salud, en Bethesda, todos ellos centros de Estados Unidos. “El Altas utiliza una medida llamada años de vida ajustados por discapacidad (AVAD) para evaluar la carga de las enfermedades cardiovasculares en cada región y paí­s en el mundo y las diferencias entre 1990 y 2010 basándose en el ‘Global Burden of Diseases, Risk Factors, and Injuries 2010 Study’. AVAD es una medida que combina tanto las muertes prematuras como los años vividos con discapacidad”, explica Narula, editor jefe de ‘Heart’.

A nivel mundial, las enfermedades cardiovasculares que más contribuyeron a la carga mundial total de morbilidad en 2010 fueron la cardiopatí­a isquémica (el 5,2 por ciento de todos los AVAD perdidos) y los accidentes cerebrovasculares (el 4,1 por ciento de todos los AVAD perdidos). Los otros ECV principales incluidos en el atlas fueron la enfermedad hipertensiva del corazón, cardiomiopatí­as, enfermedad cardiaca reumática, fibrilación auricular, aneurisma aórtico, enfermedad vascular periférica y endocarditis. “Tanto para el accidente cerebrovascular como para la cardiopatí­a isquémica, la mortalidad estandarizada por edad ha disminuido, pero el crecimiento demográfico y el envejecimiento han aumentado tanto en número absoluto de muertes por ECV como sobrevivientes que sufren los efectos tardí­os de las dos enfermedades cardiovasculares más importantes”, destacan los autores. En 1990, habí­a 5.211.790 muertes causadas por enfermedad isquémica del corazón, que se incrementaron un 35 por ciento, hasta las 7.029.270 muertes en 2010. Los fallecimientos por derrame cerebral (todos los tipos combinados) también aumentaron en un 26 por ciento, pasando de 4.660.450 en 1990 a 5.874.180 en 2010.