Vaticinan un aumento del 50%…

En la imagen, un paciente se somete a un TAC.La Sociedad Española de Oncologí­a Médica (SEOM), que preside Juan Jesús Cruz, catedrático de la Universidad de Salamanca, recuerda que el cáncer de páncreas es el décimo tumor en frecuencia en los paí­ses industrializados y la cuarta causa de muerte por cáncer.

Tan solo representa el 2 – 3% de todos los tumores sólidos y la incidencia es ligeramente superior en hombres que en mujeres. Supone una de las neoplasias con mayor letalidad con una supervivencia a cinco años, incluyendo todos los estadios de la enfermedad, del 5%-6%. En los últimos años se ha observado un incremento en la incidencia de esta enfermedad de causa no bien aclarada. Para 2030 se prevé un incremento en la incidencia de este tumor superior al 50%. Igualmente se estima que para 2030 esta neoplasia será la segunda causa de muerte por cáncer y provocará más muertes que el cáncer de próstata, colon o mama. El cáncer de páncreas presenta diversas caracterí­sticas biológicas que originan que sea un tumor muy difí­cil de tratar. Es una neoplasia genéticamente muy compleja y heterogénea, resistente de forma inherente a la mayor parte de las terapias convencionales.

Explica la Sociedad Española de Oncologí­a Médica que desde la década de los 80-90 del siglo pasado, la quimioterapia se ha considerado el tratamiento de elección del cáncer de páncreas metastásico al incrementar de forma significativa la supervivencia y mejorar la calidad de vida de los pacientes. La publicación del estudio de Burris en 1997, estableció el tratamiento con gemcitabina como el tratamiento estándar de la enfermedad avanzada durante más de una década. Este tratamiento proporcionó beneficio clí­nico significativo incluso en ausencia de reducción del tamaño del tumor. Desde entonces, ha habido escasos pero significativos avances en el tratamiento con quimioterapia.

Por primera vez en cáncer de páncreas un esquema de poliquimioterapia incrementaba la supervivencia y mejoraba la calidad de vida respecto a gemcitabina. A pesar de los excelentes resultados obtenidos este esquema no se ha generalizado en la práctica clí­nica habitual por la elevada toxicidad asociada. En 2013 se publicó el estudio MPACT que analizaba el papel de la combinación de gemcitabina con nab-paclitaxel frente a gemcitabina. Por primera una combinación basada en gemcitabina mejoraba de forma significativa la supervivencia. El perfil de toxicidad de este esquema de tratamiento fue mucho más favorable al descrito con FOLFIRINOX y ha permitido generalizar su uso. En los pacientes tratados con nab-paclitaxel, se observaron largos supervivientes con supervivencia superior a 3 años.