Los cientí­ficos identifican señales genéticas…

Investigadores de la Universidad de Duke, en Durham, Carolina del Norte, Estados Unidos, han demostrado que un gen, que se conoce con el nombre de Raf, puede actuar como un tipo de interruptor que enciende otro gen, llamado Yorkie, para hacer que los corazones de la mosca de la fruta sean más grandes. Los expertos descubrieron que estos corazones ganaron músculo aumentando el tamaño de las células del corazón ya existentes, en lugar de añadiendo nuevas células.

Nuestros genes son tan similares que el estudio de la mosca, que se publica en la revista ‘Science Signaling’, da una idea de una peligrosa ampliación del corazón en los seres humanos llamada hipertrofia cardiaca, que puede resultar de la presión arterial alta o ciertos trastornos hereditarios como el sí­ndrome de Noonan.

 

Aunque se trate de los órganos más vitales del cuerpo, más grande no siempre es mejor, de forma que un músculo cardiaco agrandado o un engrosamiento puede obligar al corazón a trabajar más para bombear sangre por todo el cuerpo, debilitándolo hasta que finalice su vida. A pesar de las desastrosas consecuencias de órganos de gran tamaño, los investigadores sólo han empezado a descubrir el circuito de señales que regulan el crecimiento.

Lo que sí­ saben procede en gran parte de los genes de la pequeña mosca de la fruta ‘Drosophila melanogaster’. Con los años, los biólogos han eliminado o suprimido decenas de miles de genes en el genoma de la mosca, bautizados cada uno de manera acertada después de las inusuales caracterí­sticas mostradas por los mutantes resultantes. Deleciones un gen conocido como Hippo provoca que las moscas tengan órganos inusualmente grandes, de igual forma que mutaciones en un gen llamado Yorkie hacen moscas con órganos sorprendentemente pequeños. “Nuestro hallazgo nos ayuda a comprender mejor cómo el corazón humano responde a la enfermedad”, subraya Matthew J. Wolf, autor principal del estudio y profesor asociado de Medicina de la Facultad de Medicina de la Universidad de Duke. Durante la hipertrofia cardiaca, las paredes del corazón se engrosan, disminuyendo el tamaño de las cámaras cardiacas y, finalmente, restringiendo la capacidad del corazón para bombear sangre. Si no se trata, la hipertrofia puede causar insuficiencia cardiaca, que suele ser mortal.

Wolf modeló esta patologí­a mediante la activación del gen Yorkie en moscas de la fruta. A diferencia del corazón humano, con su complejo conjunto de cuatro cámaras, cuatro válvulas y múltiples vasos, el corazón de la mosca de la fruta es simplemente un tubo lineal compuesto de una sola capa de 104 células cardiacas. Wolf y sus colegas fueron capaces de visualizar la ampliación del pequeño corazón latiendo con un método llamado tomografí­a de coherencia óptica (TCO), que es algo así­ como los ecocardiogramas que se utilizan para diagnosticar la insuficiencia cardiaca en los seres humanos.