Las proteí­nas relacionadas con el…

Una investigación publicada en la revista PLOS Computational Biology y liderada por el cientí­fico cubano Yasser Iturria Medina, investigador del Instituto Neurológico de Montreal (Canadá), describe de forma matemática la propagación de las proteí­nas mal plegadas, que se relacionan con el envejecimiento y las enfermedades neurodegenerativas, como el alzhéimer. El modelo es similar a la propagación de enfermedades epidémicas en la sociedad, pero dentro del sistema nervioso.

Las proteí­nas estudiadas “nunca lograron alcanzar la configuración tí­pica en su proceso de formación”, declara el experto, y se asocian a diferentes enfermedades neurodegenerativas. En el caso de las proteí­nas beta amiloides y de las proteí­nas tau, “llegan a alcanzar funciones tóxicas relevantes, entre las que se encuentra la afectación de las sinapsis neuronales y del equilibrio quí­mico interno de las células”.

Aunque no se conoce aún del todo cómo y por qué surgen, su presencia está muy vinculada a la progresión de la enfermedad, “incluso décadas antes de que esta se manifieste”, apunta Iturria Medina, que realizó su doctorado en el Centro de Neurociencias de Cuba y que en la actualidad realiza un posdoctorado en el laboratorio de Alan C. Evans en el instituto canadiense. Para los autores, este estudio puede ayudar a entender posibles causas de las enfermedades neurodegenerativas y factores asociados. La acumulación de proteí­nas mal formadas en el cerebro ocurre porque no se limpian de forma eficiente. Este problema podrí­a estar relacionado con las caracterí­sticas genéticas individuales, aunque los investigadores no descartan la influencia de factores como el estilo de vida.

Si las proteí­nas mal plegadas no pueden eliminarse de una región cerebral, comienzan a reproducirse y a propagarse a regiones vecinas o anatómicamente conectadas. “En cierto sentido, y como demuestra nuestro estudio, siguen un patrón muy similar a la propagación de las enfermedades infecciosas en una población de individuos inicialmente sanos”, señala el investigador cubano. Igual que el foco infeccioso inicial se extiende a través de contactos sociales, estas proteí­nas lo hacen por contactos nerviosos.