La dieta, la microbiota intestinal…

La dieta, la microbiota intestinal y la salud digestiva están interrelacionadas, según han explicado los expertos que han participado en la Cumbre Mundial de Microbiota Intestinal para la Salud que tuvo lugar en Barcelona.

A su juicio, no hay que subestimar el papel que desempeña la microbiota intestinal en la digestión, en el metabolismo y en la salud intestinal. Muchas de las 20.000 funciones individuales que se han atribuido a los microbios intestinales están vinculadas con la digestión. “Estas bacterias intestinales son unos poderosos auxiliares ya que disponen de genes codificadores de enzimas de los que las células del sistema digestivo carecen”, señalan.

 

Esto les permite extraer energí­a de componentes de los alimentos que son inaccesibles para las células del cuerpo humano. Este es, por ejemplo, el caso de la metabolización de los hidratos de carbono que las células intestinales no pueden descomponer para su aprovechamiento. Algunas de estas especies de bacterias pueden alternar entre diversas fuentes de nutrición, mientras que otras están más especializadas.

Según explican, hay determinadas bacterias que, además, pueden producir vitaminas y minerales. Los estudios realizados con ratones libres de gérmenes muestran hasta qué punto es indispensable la microbiota intestinal; al contrario que los ratones con una microbiota intestinal normal, estos animales necesitaban un aporte de nutrientes extraordinariamente elevado y variado como fuente de energí­a para mantener su salud y peso corporal.

La interacción entre la dieta y la microbiota intestinal es recí­proca. Su actividad metabólica depende, en gran medida, de la cantidad y proporción de hidratos de carbono y proteí­nas no digestibles que lleguen al intestino. Es más, los patrones de dieta que se mantienen durante un periodo prolongado no solo influyen sobre la actividad intestinal a corto plazo, sino que contribuyen a modelar la composición de la microbiota intestinal.

Ensayos realizados con animales e investigaciones con muestras de microbiota intestinal humana, muestran que los cambios en la dieta pueden provocar cambios en la composición microbiana. Teniendo en cuenta que la microbiota intestinal no solo afecta a la digestión, sino también a la salud en general, al sistema inmunitario e, incluso, a la función cerebral, puede decirse que, en gran medida, “somos lo que comemos”.

Por último, por lo tanto, “la dieta es una cuestión primordial para conservar la salud gastrointestinal porque, al comer y digerir, también estamos alimentando a nuestra microbiota intestinal y, por ende, influyendo sobre su variedad y composición”.