La apoplejí­a, una de las…

El daño que una apoplejí­a puede causar a pacientes y a sus familias es devastador, siendo una de las principales causas de discapacidad en nuestro paí­s.

Por consiguiente, la mejora de los resultados neurológicos tras un accidente cerebrovascular debe ser una prioridad absoluta para la investigación. La hipótesis fisiopatológica que subyace bajo el tratamiento de la apoplejí­a es que tras la oclusión de una arteria cerebral, existe una cierta cantidad de tejido cerebral al que llega poca sangre en riesgo de infarto permanente. Este tejido podrí­a ser recuperado mediante una recuperación rápida del torrente sanguí­neo.

El objetivo de la terapia de restablecimiento del riego sanguí­neo es la prevención de la pérdida de este tejido, también conocido como el área de penumbra isquémica. Se estima que por cada minuto de oclusión de una arteria durante una apoplejí­a, mueren dos millones de neuronas, lo cual significa que en un perí­odo de 10 horas se pierde lo equivalente a 26 años de envejecimiento normal.

Existe un consenso general basado en pruebas que afirma que el uso de un activador de plasminógeno tisular recombinante (rt-PA) es beneficioso en los pacientes que se encuentran dentro de las primeras 4 horas y media tras el inicio de los sí­ntomas. Sin embargo, muchos pacientes manifiestan una oclusión de alguna arteria proximal tras las 4 horas y media o alguna complicación. Por estos motivos existen tratamientos intrarteriales con catéteres que extraen el coágulo y restauran el flujo sanguí­neo normal. Hoy en dí­a, las opciones de tratamiento para la apoplejí­a son variadas.

Una de ellas es el tratamiento de reperfusión. Las estrategias de tratamiento comprendidas en esta categorí­a están dirigidas al tejido cerebral en riesgo de infarto e incluyen la administración de fármacos trombolí­ticos por ví­a intravenosa o intrarterial y el uso de dispositivos de trombectomí­a bajo la dirección de una angiografí­a o una radioscopia.

La administración de trombolí­ticos por ví­a intravenosa fue aprobada por la Administración de Medicamentos y Alimentos estadounidense (FDA, por sus siglas en inglés) para tratar a los pacientes con apoplejí­a durante las primeras tres horas tras el inicio de los sí­ntomas. En cuanto al tratamiento intrarterial, aunque el tratamiento con catéteres de los coágulos proximales de gran tamaño deberí­a mejorar los resultados, los estudios iniciales con enfoques de primera generación no demostraron ningún efecto beneficioso clí­nico a pesar de las tasas de recanalización positivas.

El tratamiento endovascular de la apoplejí­a ha evolucionado gracias a la introducción de dispositivos de trombectomí­a mecánica con catéteres. La FDA autorizó el uso de varios dispositivos de trombectomí­a mecánica para tratar este trastorno en función de los resultados de seguridad y eficacia técnica recogidos de varios registros multicéntricos. Estos dispositivos pueden recanalizar las oclusiones arteriales proximales de manera satisfactoria y con tasas de complicaciones aceptables. En los estudios que la FDA utilizó, un porcentaje comprendido entre 7 y 19% de pacientes habí­an presentado alguna complicación asociada a la intervención o al dispositivo. Algunas de las complicaciones son fractura del dispositivo, perforación de un vaso sanguí­neo y hemorragia o embolización arterial.