Juicio a una persona con…

El subinspector Jordi A. se acercó a la parada de autobús donde esperaba José Miguel E. y le dio el pésame. Su mujer habí­a fallecido de cáncer unos dí­as antes. José Miguel agradeció el gesto pese a lo ocurrido entre ambos el 2 de abril. Esa noche, el viudo, que padece una grave minusvalí­a fí­sica, participó en una protesta frente a la Modelo para pedir la libertad de cuatro jóvenes encarcelados tras la manifestación del 29-M.

En un momento de la protesta, subió con su silla de ruedas a la acera por donde desfilaban, en paralelo a los manifestantes, furgonetas y agentes de los Mossos d’Esquadra. El subinspector interpretó que pretendí­a impedir el paso a la policí­a y le detuvo. José Miguel sostiene que solo buscaba un atajo para regresar a casa, en la Zona Franca, y dar la cena y la medicación a su mujer, ya en fase terminal.

Los dos hombres se han vuelto a encontrar esta semana en la Ciudad de la Justicia. José Miguel afronta un juicio de faltas por atentar contra el orden público. La versión de ambos sobre lo ocurrido allí­ es opuesta. Y un ví­deo que captó la escena tampoco ayuda a discernir con exactitud qué pasó. En lo único en lo que coinciden, de hecho, es en que el subinspector ofreció sus condolencias en aquella parada de bus.

“Se puso delante de las furgonetas para que no avanzáramos. Le pedí­ que se fuera, pero no hizo caso. Así­ que le cogí­ a peso con la silla, pero él accionó el motor para impedirlo”, declaró el mosso ante el juez. Pero José Miguel volvió a subirse. Dos veces. E “incitó a los demás a desobedecernos”. “Le dije que o se apartaba o le detendrí­a. Estaba en contra nuestra”, añadió el policí­a. Tras detenerle, el subinspector lo subió a la furgoneta y lo llevó a comisarí­a. Pero olvidó coger la silla de ruedas porque, según él, los 300 manifestantes habí­an visto la detención y se abalanzaban contra la lí­nea policial. En el trayecto, añadió Jordi, José Miguel le dijo que lamentaba lo ocurrido, pero que tení­a que “llamar la atención por la Ley de Dependencia”.

El acusado negó esa versión. Dijo que “llegaba tarde” para atender a su mujer, pero que el policí­a no le dio opción de explicárselo. José Miguel pensó que “podrí­a pasar más deprisa por la acera de la policí­a”. “Cuando subí­, noté que alguien me empujaba hacia el bordillo”. Según su relato, estuvo allí­ quieto hasta que, a la tercera advertencia, el subinspector le detuvo. José Miguel sostiene que lo dejó echado en la furgoneta, “a merced de los frenazos y los acelerones”, y que se negó a identificarse.