Investigan la eficacia del entrenamiento…

El Centro de Investigación en Discapacidad Fí­sica (Cidif) de la Asociación de Parapléjicos y Grandes Discapacitados Fí­sicos (Aspaym) de Castilla y León, ubicado en Valladolid, España, investiga la eficacia del entrenamiento de fuerza con resistencias de baja intensidad combinado con restricción del flujo sanguí­neo (denominado entrenamiento oclusivo) en personas con discapacidad fí­sica.

 El trabajo, que centra la tesis doctoral que lleva a cabo en el Cidif Juan Martí­n Hernández, se basa en una terapia inventada en Japón hace casi 30 años capaz de inducir hipertrofia muscular (aumento del tamaño del músculo), cuya aplicación podrí­a ser interesante en el entrenamiento con discapacitados fí­sicos.

Como detalla el director del Cidif, Juan Azael Herrero, la terapia consiste en que “cuando una persona está realizando ejercicios de rehabilitación o de musculación se le reduce el flujo sanguí­neo o bien en la parte proximal de los brazos o de las piernas, con unas cinchas que lo aprietan y hacen que pase menos sangre”. Cuando pasa menos sangre, agrega, “la fatiga es mucho mayor y produce una respuesta hormonal que hace que el músculo crezca muy rápidamente”.

De este modo, mientras que en el entrenamiento habitual “si quieres que crezca el músculo tienes que levantar mucha carga, un 70 por ciento aproximadamente de la fuerza máxima que se tiene”, con restricción del flujo sanguí­neo “trabajando con un 20 por ciento, que es una carga que cualquier persona con discapacidad fí­sica puede soportar, se producirí­an los mismos resultados”.

Durante cerca de dos años, los investigadores del Cidif han revisado todo lo registrado en la bibliografí­a sobre este tema y han publicado a su vez tres artí­culos de revisión. Asimismo, ya han planificado una fase experimental sobre entrenamiento oclusivo. “Creemos que puede tener unos resultados interesantes a la larga con personas que tienen algún tipo de discapacidad, aunque por ahora sólo hemos trabajado con gente sana”, aclara Herrero.

El entrenamiento con restricción del flujo sanguí­neo o entrenamiento oclusivo se autorizó por primera vez en Japón en 1983, en el marco de un plan estatal para el incremento de la autonomí­a de los ancianos japoneses. Inventado por Yoshiaki Sato, que le denominó entrenamiento Kaatsu, se basa en que, durante el ejercicio, el aparato circulatorio adapta su respuesta a las necesidades del organismo aportando oxí­geno, que se emplea como combustible, y retirando los deshechos del metabolismo para evitar un incremento de la acidosis muscular.

Con la restricción del flujo sanguí­neo en la parte proximal de la extremidad que se desea entrenar durante un entrenamiento de baja intensidad, se reduce el aporte arterial y el aclarado venoso, cambiando drásticamente la exigencia metabólica del ejercicio. Diversos trabajos ponen de manifiesto la capacidad del entrenamiento Kaatsu de incrementar la fuerza y la masa muscular de sujetos de edades y condición fí­sica dispares. Así­, la terapia no sólo ha demostrado ser útil para la mejora de fuerza y la masa muscular de personas mayores, como era objeto de su concepción, sino también para prevenir la atrofia de personas encamadas, enfermos renales o pacientes en perí­odo de rehabilitación tras una intervención quirúrgica.