FAMMA denuncia la pasividad de la Administración para eliminar las barreras arquitectónicas
Famma-Cocemfe Madrid ha presentado esta mañana el «Manual de malas prácticas urbanísticas», con el que busca el doble objetivo de sensibilizar a la población sobre la importancia de la accesibilidad y el diseño universal para una plena integración de las personas con discapacidad en la sociedad, y de dejar en evidencia la inoperancia de la administración madrileña, que reniega de sus funciones en esta materia y que con su pasividad condenan al ostracismo a muchas personas con discapacidad.
En la Comunidad de Madrid, la Ley 8/1993, de 22 de junio, permitió la creación del Consejo para la Promoción de la Accesibilidad y la Supresión de Barreras, cuya misión es coordinar y promover la adopción de medidas adecuadas en materia de accesibilidad y la supresión de barreras; y aunque tras 14 años de espera e intenso trabajo, se aprobó el reglamento sancionador de la ley, sin embargo se ha tramitado uno de los tan sólo 333 expedientes abiertos en casi 20 años.
«La realidad es que las personas con algún tipo de discapacidad y/o movilidad reducida continúan viviendo auténticas odiseas en su día a día, intentando superar las barreras presentes en autobuses interurbanos, ascensores de metro averiados que permanecen fuera de servicio durante días, la proliferación de aceras-bici que ponen en riesgo su seguridad y las carencias en materia de accesibilidad de muchas de las calles de los diferentes municipios madrileños»,
aseguró Javier Font, presidente de la Federación. FAMMA-Cocemfe Madrid considera que esta realidad dice muy poco de quienes elaboran y aprueban las leyes, tienen la obligación de velar por su cumplimiento y además las incumplen sistemáticamente al no controlar la cantidad de barreras que se levantan sin que nadie se preocupe en ello.
Durante la presentación del Manual de Malas Prácticas Urbanísticas se proyectaron un sinfín de ejemplos de cómo un paso de peatones no es accesible, una señal vertical mal colocada, o la ausencia de ascensor en una comunidad de vecinos, pueden resultar obstáculos insalvables para numerosas personas con movilidad reducida, que ven limitado su acceso a múltiples parcelas de la vida cotidiana, lo que les deja en una injusta situación de inferioridad con respecto al resto de ciudadanos en el pleno disfrute de la realidad social.
Según Manuel Rancés, secretario de Accesibilidad de la Federación, «nadie se puede imaginar lo que para la vida de una persona con discapacidad puede suponer un peldaño unos pocos centímetros más alto, o que una rampa no cuente con suficientes medidas de seguridad. Los ciudadanos deben ser conscientes de esto, y de que en un futuro pueden ser ellos mismos los que cuenten con problemas de movilidad, por lo que el diseño universal hace honor a su nombre, ya que es para todos y cada uno de nosotros».
La Federación hace un llamamiento a los distintos profesionales que diseñan tanto proyectos urbanísticos como de edificación, para que en su concepción de las distintas obras a acometer, tanto en rehabilitación como en nueva construcción de cualquier tipo de elemento urbanístico, tengan como premisa el diseño universal, lo que a medio o largo plazo supondría un ahorro al no tener que acometer las distintas adaptaciones necesarias para que cualquier ciudadano pueda hacer un uso del mismo.