Esther Vergeer, un prodigio del…

Vergeer jugando al tenisSólo tení­a ocho años cuando entró en un quirófano para que le quitaran unas venas nocivas que estaban demasiado cerca de su médula espinal. La mala suerte quiso que, ví­ctima de una negligencia médica -el cirujano tocó unos nervios que no debí­a-, cuando despertó de la anestesia tuviera medio cuerpo paralizado. Jamás volverí­a a andar.

Esther Veerger (18 de julio de 1981, Woerden, Holanda) pasó unos meses en el hospital donde tuvo que asimilar que, desde ese momento, deberí­a manejarse en una silla de ruedas. Al salir del centro médico decidió hacer algo que no tení­a por costumbre: hacer deporte. “Hasta ese momento no solí­a hacer mucho ejercicio, pero para mí­ ha sido un bastón en el que apoyarme”, ha confesado en más de una ocasión.

Asumir a los ocho años que estarí­a atada a esa silla, no fue fácil al principio. Cuando volvió al colegio comprobó que ya nada era como antes. No podí­a jugar al escondite como antes y la gente la trataba con compasión, algo que herí­a su orgullo.

No fue menos complicado llegar al instituto, no podí­a ser como los demás: “Todos salí­an, iban a las discotecas, tení­an novios… y yo sentí­a vergí¼enza de que los chicos no se interesaran en mí­. Fue muy difí­cil. Encontré una salida en el deporte. Un ambiente seguro: nadie me miraba fijamente, nadie me juzgaba por mi silla”, relata.

Esther probó suerte en el voleibol y el baloncesto en silla de ruedas -en esta última disciplina llegó a ser campeona de Europa en 1997 con la selección ‘orange’-, pero no fue hasta que agarró una raqueta cuando se sintió verdaderamente cómoda en lo que para ella es a dí­a de hoy un auténtico trono.

“Me di cuenta enseguida de que podrí­a hacer mucho más en una silla de ruedas de lo que jamás habí­a pensado. Lo intenté todo en aquella época. Desde el voleibol hasta el tenis de mesa, y desde el baloncesto hasta el tenis en silla de ruedas. Mi madre sigue diciendo que fueron los deportes los que me hicieron volver a sonreí­r. El deporte era lo que de verdad me gustaba, en particupar el baloncesto y el tenis. Durante mi rehabilitación se pusieron los cimientos para mi posterior exitosa carrera deportiva”.

En la actualidad está considerada una de las mejores deportistas del mundo, no solo dentro del ámbito paralí­mpico, sino a nivel general. Número 1 del ránking mundial, lleva sin perder ni un solo partido oficial desde el año 2003. Y quizás esta pasión por el tenis se la deba al primer entrenador que confió en ella.

“Tení­a 16 años cuando me llamó el seleccionador nacional de tenis en silla de ruedas, Marc Kalkman, para decirme que tení­a talento y podí­a convertirme en número 1 del mundo si entrenaba más. Le hice caso y creo que no me equivoqué”, recuerda Veerger.

Esther tiene claro que los Juegos Paralí­mpicos de Londres no son una competición más, sino una cita con la historia. Viene convencida de que el oro tiene que ser suyo y, de momento, ha comenzado de la mejor manera posible: ganando por un doble 6-0 a su primera rival, la alemana Katharina Kruger.

Si consigue llegar a lo más alto del podio se convertirá en la primera tenista paralí­mpica en colgarse cuatro oros consecutivos, ya que ese fue el metal que consiguió en Sydney 2000, Atenas 2004 y Pekí­n 2008. O lo que es lo mismo, esta mujer no tiene nada que envidiar a las Williams, Navratilovas y demás féminas del circuito WTA.

Y todo esto lo ha conseguido a base de la confianza de su familia y de su novio. Con este último va de pesca y a navegar, las dos grandes pasiones de su vida al margen del tenis y, cuando abandone el deporte profesional, quiere formar junto a él una familia, desterrando los sentimientos negativos de su juventud.

Todo ello sin abandonar las distintas labores que desempeña por fomentar el deporte paralí­mpico. Es la creadora de la fundación que lleva su nombre y en la que trata de motivar a niños con el mismo tipo de lesión que ella padece. El mensaje que les da es claro: “No somos diferentes, trabajamos duro y somos ambiciosos. La vida no se acaba cuando te pasa algo malo, por muy terrible que sea. La vida no se para. La vida sigue”. 

Licenciada en Administración y Dirección de Empresa, cuenta con dos Premios Laureus a la mejor atleta paralí­mpica, es embajadora del Comité Paralí­mpico Internacional y, de vez en cuando, da conferencias en colegios y universidades contando su historia de superación.

Además Veerger fue la primera deportista discapacitada en posar desnuda para la revista ‘ESPN Body Issue’ en diciembre de 2010, una experiencia ante la que se puso “nerviosí­sima”. Algo que contrasta con la decisión y la calma que guarda en cada golpe de revés.

Porque si la vida querí­a lanzarle una bola envenenada siendo una niña, está claro que ella la devolvió con firmeza y hoy, es una leyenda viva del deporte.