El lenguaje de los signos…

El lenguaje de los signos está apartando a la palabra a la hora del regateo, esa práctica tan extendida en los mercados de Tailandia para alcanzar un acuerdo sobre el precio de cualquier cosa entre el vendedor y cliente.

La proliferación de personas sordomudas al frente de los puestos de las zonas más turí­sticas, sobre todo en Bangkok, está reduciendo las muchas veces interminables y acaloradas discusiones que surgen en los mercadillos a raí­z de ese tira y afloja que el mercader y el extranjero mantienen por el precio de un artí­culo.

A su vez, en un paí­s como Tailandia en el que la persona con una discapacidad carece de facilidades para acceder al mercado laboral, este trabajo de vendedor supone una oportunidad para poder vivir sin depender de la beneficencia.

«Es muy complicado para nosotros encontrar un trabajo debido a nuestra discapacidad comunicativa», explica a Efe, por medio una intérprete, Joun, quien que desde hace varios meses trabaja en un puesto de venta de recuerdos de Silom Road, uno de los mayores mercados nocturnos de la metrópoli tailandesa.

Joun, una joven de 19 años natural de la región de Isan, situada al noreste y en la que está la mayor bolsa de pobreza de este paí­s, dejó su aldea hace algún tiempo en busca de un futuro mejor para ella y ayudar así­ a su familia.

«Yo no quiero ni mendigar ni vivir de las ayudas, pero tampoco estoy dispuesta a que me exploten a cambio de un salario muy bajo», apunta la joven vendedora.

La Asociación Nacional de afectados por la sordera denuncia que la mayorí­a de las personas que padecen esta discapacidad y a las que se ve en los puestos, son explotadas por los diversos grupos que controlan la venta callejera, que les pagan í­nfimos salarios por trabajar casi todo el dí­a y hasta altas horas de la noche.

«Los principales obstáculos para acceder al mercado laboral son la escasa cualificación del colectivo, unido a un bajo nivel de estudios y el temor del empresario a contratar a personas sordomudas formados por los problemas de comunicación», explica Sirin, portavoz de la asociación tailandesa.

Esta organización dispone de una bolsa de trabajo para personas sordomudas, ofrece planes de enseñanza gratuita, asesora a aquellas que pretendan montar un negocio y media en la obtención de préstamos oficiales cuya cantidad máxima asciende a 40.000 baht (1.000 euros, 1.300 dólares).

New, de 28 años, decidió hace tres abrir un negocio después de trabajar durante más de un lustro en varias fábricas.

«Comencé con un pequeño tenderete en el que vendí­a imágenes de Buda y hace poco tiempo he abierto otro en el mercado de fin de semana de Chatuchak», apunta este pequeño empresario discapacitado.

Además de New, en sus puestos trabajan otras cinco personas sordomudas cuya comunicación se basa en el lenguaje de gestos.

«Al principio les choca a los turistas que personas que no pueden hablar vendan recuerdos en los mercados, pero después no hay ningún problema. Para nosotros es una buena forma de ganarnos un sueldo», explica al intérprete, Prueng, quien desde hace un año acude todos los dí­as al mercadillo de Patpong para ganar un jornal.

Prueng, madre de un hijo no afectado por la sordera, recuerda con señas su derecho a un trabajo para sustentar a su familia.

La Asociación Nacional de afectados por la sordera cuenta con cerca de un millón personas con discapacidad auditiva y sostiene que pese a la discriminación ·»el número de empresarios aumenta desde hace unos años», en parte, «gracias al apoyo de las instituciones».