El deporte para sordos, en…

El deporte sordo está en un momento complicado de su historia. Asi lo ve, al menos Craig Crowley, presidente del Comité Internacional de Deportes para Sordos (ICSD) que ha admitido que está preocupado por el futuro del deporte sordo a menos que los y las deportistas sordos/as puedan participar en los Juegos Paralí­mpicos.

El argumento es simple. El deporte sordo necesita un escaparate que supere el ámbito estrictamente sordo para lograr patrocinadores. Y sin patrocinadores no hay deporte.

Lo que si estarí­a garantizada, según Crowley, es la organización de los Deaflympics XXII en la capital de Bulgarí­a, Sofí­a, en 2013. El Deaflympics, celebrado por primera vez en Parí­s en 1924, es actualmente el evento más importante para el deporte sordo.

Hasta la fecha, el deporte sordo nunca ha formado parte de los Juegos Paralí­mpicos. Ahora la ICSD ha negociado con el Comité Paralí­mpico Internacional (IPC) y se ha llegado a un acuerdo para que sean incluidos. Crowley admite que ese proyecto presenta un panorama incierto para el Deaflympics.

Y es que los problemas para el deporte sordo, según sus lí­deres, son varios. El primero, las infraestructuras. Crowley menciona, por ejemplo, que “Bulgaria es uno de los pocos lugares donde hay instalaciones para acoger el evento, por lo que es nuestro objetivo en este momento pero sigue siendo una situación difí­cil para nosotros organizar el evento con regularidad”. Según Crowley ahora la cuestión es solucionar todos los problemas operativos que se desprenden de la participación del deporte sordo en los Juegos Paralí­mpicos.

El objetivo no es otro que unirse a los Juegos Paralí­mpicos porque no sólo beneficiará a los atletas sordos sino también los Juegos Paralí­mpicos en su objetivo de facilitar la accesibilidad universal”.

De momento, según Crowley lo importante es que las conversaciones con el IPC continúan “pero todaví­a hay un largo camino por recorrer, a pesar de que estamos trabajando duro” que cree que la Deaflympics será capaz de sobrevivir como un evento independiente sin los Juegos Paralí­mpicos, pero siendo más visibles para atraer patrocinadores y, por lo tanto, recursos.

“Creo que los Deaflympics son sostenibles a largo plazo, pero por el momento estamos pasando por aguas turbulentas. En este momento no están recibiendo la atención que necesitamos y, por tanto, no estamos consiguiendo los patrocinadores que necesitamos”.

Para el presidente del Comité Internacional de Deportes para Sordos (ICSD) eso es crucial, porque “No queremos dar a nuestros atletas una experiencia de segunda clase. Queremos tener las mejores instalaciones, ya que se lo merecen.”