El Consejo de la UE…

En la imagen, un grupo de jóvenes en un aula.En el marco de la Educación, Juventud, Cultura y Deporte, el Consejo de la Unión Europea presentó una serie de conclusiones recientemente destinadas a impulsar los derechos de la juventud. Todas comienzan por el factor más importante: la educación.

El Consejo de la Unión Europea adoptó así­ diversos planes que afectan directa y positivamente al futuro de los jóvenes comunitarios. El primero de ellos hace referencia explí­cita a la educación y formación. Los cambios de la sociedad, las crisis económicas, el desempleo, los jóvenes que ni estudian ni trabajan, etc, son asuntos que han impactado directamente en los nuevos requisitos de una sociedad innovadora. Ejemplo de ello es la necesidad de impulsar el emprendimiento. Con el fin de atender a tender estas tendencias que se han convertido en imprescindibles, el Consejo de la UE se ha mostrado favorable a la introducción de la cultura del emprendimiento y del mundo de los negocios en los sistemas educativos.

Se trata de construir un puente entre la educación y las competencias formativas con las necesidades del actual mercado laboral. A este respecto, otra de las conclusiones del Consejo de la UE invita a los Estados miembro y a la Comisión a explotar el potencial que programas como Erasmus+ ofrecen en esta dirección y hacer un mejor uso de otros recursos comunitarios, como el Fondo Social Europeo.

Durante sus debates, si algo tuvieron claro los ministros de los 28 Estados es que la educación forma y tiene que formar parte prioritaria de la Estrategia Europa 2020, si queremos conseguir un crecimiento económico y crear nuevos puestos de trabajo.

Y parte de ésta son los Planes de Trabajo de la UE para los Jóvenes, que han de implementarse rápidamente, tal y como se ha acordado en el Consejo de la UE. En este campo, no puede faltar la Garantí­a Juvenil, como instrumento para promover la reforma estructural que cada Estado necesita y el intercambio de buenas prácticas entre ambos, especialmente en lo concerniente a la transición entre la educación y el empleo.

Otro de los puntos en torno a los cuales giraron los debates fue el de las polí­ticas sobre la juventud y su gestión para tratar los retos sociales y económicos. Más allá de la educación y el espí­ritu emprendedor, en este caso, se trata de promover el acceso de los jóvenes a sus derechos con el objetivo de impulsar su independencia y plena participación en la sociedad. En este contexto, concluyeron los ministros, es necesario evitar cualquier forma de discriminación a la que puedan enfrentarse nuestros jóvenes; invertir en el conocimiento sobre sus derechos para que sean conscientes de los mismos; apoyar la implicación de los jóvenes en los proceso de adopción de decisiones en todos los niveles y a través del reconocimiento de organizaciones representantes de la juventud como un importante canal para la participación y el desarrollo de la ciudadaní­a activa.

Asimismo, mantener el camino ya iniciado hacia el reconocimiento del trabajo joven como un instrumento para promover la participación y adquisición de competencias formativas importantes para alcanzar su autonomí­a; impulsar las oportunidades de participación y contribución a la vida comunitaria, a través de los medios de comunicación y las tecnologí­as de la información; apoyar la educación sobre los medios digitales; y el reconocimiento y validez de la formación y competencias adquiridas a través del aprendizaje formal e informal, como actividades de voluntariado y promover la participación de los jóvenes en la vida cí­vica, social y polí­tica, son otras de las conclusiones favorablemente adoptadas. Pero para todo ello, lo primero que hay que hacer será identificar las barreras que impiden la plena participación social y laboral de la juventud, y comprometerse con ellos a ofrecerles una vida digna.