El Clí­nic de Barcelona trasplanta…

Entre los retos de trasplantar un riñón a un niño de menos de 11 kilos de peso están el de conectar vasos sanguí­neos de dos milí­metros de grosor o el riesgo de provocar daños en el cerebro por falta o exceso de suero, cuyo margen, en lugar de ser de un litro como en los adultos, es de tan solo 30 centí­metros cúbicos. En el trasplante de hace 17 dí­as del pequeño Ilias ben Mouh, de 20 meses de vida y 8,9 kilos, el cirujano se encontró con la “dificultad extrema” añadida de conectar cuatro arterias cuando lo habitual es una.

El hospital Clí­nic de Barcelona ha hecho balance del programa de trasplante renal pediátrico que desde 2001 realiza con el de Sant Joan de Déu de Esplugues, en el que se han practicado con éxito 54 trasplantes de riñón a niños, seis de ellos con un peso de ocho kilos. “Tenemos una apuesta clara por trasplantar el riñón cada vez en edades más tempranas para favorecer el desarrollo del bebé y que gane peso pronto”, comenta el jefe del servicio de Urologí­a del Clí­nic, Antonio Alcaraz.

El riñón de Ilias no filtraba bien la comida, sufrí­a infecciones y, durante ocho meses, tuvo que someterse a diálisis nocturnas en casa. Este proceso, en el que una solución estéril se encarga de absorber los residuos que el órgano es incapaz de desechar de forma natural, dificulta el desarrollo intelectual y psicomotriz de una forma normal y evitarlo, o al menos reducir al máximo el tiempo, es “una de las máximas prioridades del programa”, asegura Alcaraz. Hoy, gracias al órgano de un niño fallecido de dos años, Ilias seguirá acudiendo al Sant Joan de Déu como antes de la operación, pero en lugar de hacerlo dos veces al mes bastará con cuatro visitas al año.

La mayorí­a de los trasplantes de riñón a menores efectuados por los dos hospitales barceloneses  se han hecho a niños que ya nacieron con insuficiencia renal, que requiere diálisis peritoneal a la espera de ser poder trasplantar el órgano. El 52% de los niños intervenidos se encontraban en el grupo de riesgo de los que pesan menos de 21 kilos. La lista de espera para un trasplante renal infantil (que goza de prioridad frente al adulto) en el Clí­nic es de cuatro meses. A Ilias también le podrí­a haber valido perfectamente el órgano de un adulto: “Si es de niño y no hay rechazo, el riñón va creciendo con él, y si es de adulto, es incluso mejor y preferible porque funciona mejor”, dice Alcaraz.

Otro caso de trasplante renal exitoso es el del pequeño Gerard, de 11 años. Hace una década, a los 18 meses de vida, le fue trasplantado el riñón de un niño de tres. Antes de la operación, Gerard apenas se moví­a y tení­a dificultades para comer y  lograr el peso necesario para poderlo intervenir. “Lo primero que me decí­an cada mañana al llegar al hospital era: ‘¿cuánto pesa el niño hoy?”, explica la madre de Gerard, Marí­a José Amposta. El peso del paciente es el dato fundamental que indicará los futuros progresos en materia de trasplantes infantiles. “Creemos que se puede bajar de los ocho kilos. El futuro es espléndido”, asegura Alcaraz.

Unos 60 menores de 18 años padecen cada año en España una insuficiencia renal grave que pone en riesgo su vida y que les obliga a someterse a un trasplante de riñón o bien iniciar un tratamiento de diálisis. En el 25% de estos casos, los niños son menores de dos años. Vista la exitosa evolución de los diferentes casos (únicamente ha habido un rechazo de riñón en los 10 años de programa), los médicos del Clí­nic y de Sant Joan de Déu apuestan por que el trasplante renal sea la primera opción de tratamiento, una situación que en la actualidad se da en el 23% de los casos.