El 27% de los guipuzcoanos con discapacidad física no tiene ascensor en su vivienda
Es uno de los datos del estudio elaborado por la Federación Coordinadora de Personas con Discapacidad Física de Gipuzkoa.
La Federación expuso en estos días un estudio diagnóstico elaborado a lo largo de tres años sobre la situación y las necesidades de este colectivo en el territorio. Dos de sus miembros, Mikel Malkorra y Rosa Ugarte, comparecieron en la Comisión de Políticas Sociales de las Juntas Generales para “reclamar” a las instituciones que “favorezcan la plena inclusión y participación social de las personas con discapacidad física”.
Los ámbitos de análisis fueron la discapacidad y dependencia, la residencia y su asistencia, la formación y educación, el empleo, la situación económica, el ocio, el transporte, la salud, el diagnóstico de exclusión social y la percepción del género. Un alto porcentaje de personas con discapacidad física no tiene estudios o no pasó de los estudios primarios, en concreto, el 47% de las 102 personas encuestadas, indicaron.
La dificultad de acceso a los estudios se traduce en “niveles inferiores de formación” en comparación con el resto de la población. Algo similar ocurre con el empleo. El 77,4% del colectivo es “pensionista”, mientras que el 20,6% está trabajando o buscando un trabajo.
Ugarte precisó que las pensiones “hacen un efecto anestesia” que aleja a estas personas de querer encontrar un trabajo. Así, propusieron que se fomente el empleo digno, especialmente para los que conviven con una mayor discapacidad, y que se retiren las pensiones mientras se trabaje, pero que se recuperen al dejar el empleo.
“El 75% de estas personas no supera los 1.000 euros mensuales y el 50%, los 700 euros al mes”, informaron. De hecho, hay un 40% de personas usuarias de un recurso que entran en la “pobreza severa”. Es más, apuntaron que el 75% de los que viven en residencias, después de pagarla, solo tienen 163 euros restantes para vivir cada mes.
Por estos motivos, reclamaron a la instituciones públicas que actúen y compatibilicen las pensiones con la RGI, así como que garanticen “el derecho a un producto de apoyo”, como la asistencia o vehículos adaptados. El ocio y el transporte público tampoco están garantizados, a pesar de ser indispensables.