Avalan el uso de la…

Investigadores del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla (HUMV) y el Instituto de Formación e Investigación Marqués de Valdecilla (IFIMAV) acaban de demostrar la utilidad que tiene la ecografí­a de carótida para determinar el nivel de riesgo cardiovascular en pacientes con artritis reumatoide.

El trabajo, cuyo autor principal es Alfonso Corrales, miembro del Servicio de Reumatologí­a de Valdecilla,  ha sido publicado por ‘Annals of the Rheumatic Diseases’, y permite establecer ‘la sensibilidad’ de la ultrasonografí­a de carótida para determinar ‘un alto o muy alto riesgo cardiovascular’ en pacientes en los que las guí­as convencionales indican un riesgo moderado.

Los pacientes con artritis reumatoide -enfermedad reumatológica inflamatoria por excelencia, que afecta a entre el 0,5 y el 1% de la población- tienen el doble de riesgo de desarrollar eventos cardiovasculares (infartos, ictus, tromboembolismos…) que la población general y éstos constituyen la principal causa de mortalidad en estos enfermos.

Asimismo, en esta mayor susceptibilidad están implicados factores genéticos y el hecho de que la inflamación crónica, tí­pica de esta y otras enfermedades reumatológicas, acelera el proceso de aterogénesis, es decir, la formación de placas de ateroma en la pared arterial que con el tiempo darán lugar a complicaciones cardiovasculares.

‘La clí­nica diaria nos dice que es importante estratificar el riesgo cardiovascular en pacientes con artritis reumatoide, sobre todo en aquellos con más de diez años de evolución, con manifestaciones extraarticulares o marcadores serológicos positivos’, explica Miguel íngel González-Gay, investigador principal del grupo ‘Epidemiologí­a genética y aterosclerosis en enfermedades inflamatorias sistémicas’ del IFIMAV y jefe de Sección del Servicio de Reumatologí­a del HUMV.

Por último, no obstante, las guí­as europeas utilizadas para determinar ese riesgo en la población general, a pesar de haber sido adaptadas a los pacientes con artritis reumatoide, ‘no determinan con exactitud qué enfermos tienen un riesgo elevado de desarrollar eventos cardiovasculares, por lo que es necesario encontrar pruebas no invasivas que ayuden a definir mejor ese riesgo’, afirma González-Gay.