Bacterias programadas para eliminar el…

Cientí­ficos han programado bacterias para generar una molécula que, a través del metabolismo normal, se convierte en un lí­pido que suprime el hambre. Los ratones que bebieron agua mezclada con estas bacterias programadas comieron menos, tení­an menos grasa corporal y sortearon la diabetes, incluso cuando se alimentaron con una dieta alta en grasas, lo que ofrece una posible estrategia de pérdida de peso para los seres humanos. El objetivo es producir bacterias terapéuticas que viven en el intestino durante seis meses o un año, administrando fármacos de manera sostenida El equipo de investigadores que ha desarrollado estas bacterias explicará los detalles de su trabajo en la 249 Reunión y Exposición Nacional de la Sociedad Americana de Quí­mica (ACS, por sus siglas en inglés), que se ha inaugurado este domingo y terminará el próximo jueves. La obesidad aumenta considerablemente el riesgo de desarrollar varias enfermedades y trastornos, como patologí­as del corazón, derrames cerebrales, diabetes tipo 2 y algunos tipos de cáncer. Uno de cada tres estadounidenses es obeso y los esfuerzos para detener la epidemia han fracasado en gran medida, con los cambios en la dieta y la medicación proporcionando una pérdida de peso modesta y haciendo que la mayorí­a de la gente recupere el peso. En los últimos años, numerosas investigaciones han demostrado que la población de microbios que vive en el intestino puede ser un factor clave para determinar el riesgo de obesidad y enfermedades relacionadas, lo que sugiere que alterar estratégicamente el microbioma intestinal puede afectar a la salud humana. Una de las ventajas de la medicina microbiana es que tiene bajo mantenimiento, según Sean Davies. Su objetivo es producir bacterias terapéuticas que viven en el intestino durante seis meses o un año, administrando fármacos de manera sostenida. Esto está en contraste con los medicamentos para bajar de peso que normalmente se deben tomar al menos diariamente y la gente tiende a no tomar sus medicamentos de manera sostenida en el tiempo. “Así­ que necesitamos estrategias que entreguen el medicamento sin que el paciente tenga que acordarse de tomar sus pastillas cada pocas horas”, argumenta Davies. Este expertos y sus colegas de la Universidad de Vanderbilt, en Nashville, Tennessee, Estados Unidos, seleccionaron N-acil-fosfatidiletanolaminas (NAPEs), que se producen en el intestino delgado después de una comida y se convierten rápidamente en N-acil-etanolaminas (NAEs), lí­pidos potentes supresores del apetito.