El 70% de los contratos a personas con discapacidad se hicieron dentro del empleo protegido
Según los datos del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), durante 2016 se generaron 98.802 contratos para personas con discapacidad, un 3,7 por ciento más que el año anterior. FUENTE: El Economista
En el escenario actual ya no se concibe el desarrollo de una empresa sin que tenga en cuenta el factor de la diversidad tanto a nivel interno, como de cara a la sociedad hacia la que dirige sus productos o servicios. Tanto es así que, en los últimos años, la gestión de la diversidad se ha convertido en un factor imperativo para la sostenibilidad de las compañías.
Una buena noticia que demuestra cómo poco a poco la recuperación económica también llega a las personas que tienen más difícil su acceso al mercado laboral como las personas con algún tipo de discapacidad. Igualmente, en el tejido empresarial y en la sociedad en general también se empiezan a observar signos de una mayor sensibilidad para conseguir la plena inclusión de un grupo de población numeroso que durante muchos años ha visto ignoradas sus aspiraciones profesionales como consecuencia de la discapacidad. Así, de estos 98.802 contratos que firmaron el año pasado, solo 30.154 –el 30,5 por ciento- se produjeron en la empresa ordinaria, el resto se produjeron en el ámbito del empleo protegido. A la hora de abordar la integración de las personas con discapacidad, el mercado laboral ofrece diferentes alternativas:
– Los Centros Ocupacionales constituyen un servicio social para el desarrollo de las personas con discapacidad, con el objetivo de que puedan superar obstáculos y adquirir mayor autonomía y competencias sociales y laborales.
– Los Centros Especiales de Empleo (CEE), cuya finalidad es realizar un trabajo protegido y remunerado, siendo un puente o trampolín hacia el empleo en la empresa ordinaria. Las plantillas de los CEE han de tener, como mínimo, un 70 por ciento de trabajadores con discapacidad.
– La empresa convencional/ordinaria, se trata del entorno habitual de trabajo, donde el empleado con discapacidad desempeña las mismas funciones que cualquier otro trabajador, aunque en algunos casos será necesario ajustar ciertas tareas a las necesidades del empleado.