Cuando no existe lo imposible

Ricardo Ten perdió los dos brazos y una pierna con 8 años, pero disfruta de una vida plena con el deporte como epicentro de todo.

Apodado Ricardo “Sport Billy” Ten, en honor a la serie de animación de los 80, es tricampeón paralí­mpico en natación, aunque su insaciable espí­ritu competitivo le ha llevado a explorar este año con éxito el esquí­ y el ciclismo, su nuevo desafí­o. Además, acostumbra a dar a conferencias a chavales, adolescentes y adultos en su comunidad, la valenciana, como parte del proyecto ”˜Di-Capacidad”™ auspiciado por la Fundación de su club del alma, el Levante.

Llevar el deporte inyectado en las venas fue la tabla de salvación a la que se aferró cuando se electrocutó y tras varias intervenciones, perdió los dos brazos y una pierna. “El deporte lo es todo para mí­. Fue, de hecho, la herramienta de normalización de mi vida. Aquella bici adaptada que se curró mi padre con mi hermano, pocos meses después del accidente, me permitió llevar una vida normal, integrarme nuevamente con mis amigos y ser consciente de que podí­a lograr cualquier cosa que me propusiera”, confiesa. “Además me ha inculcado unos valores que luego he podido poner en práctica en mi dí­a a dí­a. Gracias al deporte he conocido a mi mujer; he tenido una salida profesional, tuve mi primer trabajo; he viajado por todo el mundo y conocido otras culturas, lo que te ayuda a ser una persona mucho más abierta”.

Aquel primer modelo casero de bicicleta adaptada, que tan hermosos recuerdos le trae ahora que se ha reencontrado con ella a nivel profesional, “porque era mi medio de transporte para ir a entrenar y mi ví­a de escape para irme con los amigos los fines de semana”, serí­a el primero de una interminable lista de ”˜muros”™ (como le gusta llamarlos) que ha derribado desde entonces a fuerza de voluntad, tesón y la mirada positiva con la que afronta cada reto que asoma en el horizonte.

“En mi vida no cabe el término imposible, y mira que lo he oí­do veces.”